Por la boca… Fechorías obsoletas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Moncloa.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Moncloa.

No es que los españoles olviden. Es que a los españoles no les da tiempo a digerir los desafueros y las fechorías que se solapan y se suceden sin solución de continuidad, con una aceleración sin precedentes. Las manchas de las moras de Sánchez, no se limpian con otra mora porque no da tiempo.

Parece que fue ayer cuando Sánchez salía de detrás de las cortinas que había instalado en Ferraz para lo de las votaciones y se dirigía directamente a la calle en la que le habían colocado sus compañeros de partido. Pero resulta que, desde la defenestración, ha pasado muy poco tiempo.

Cuando se echa la vista atrás y se rememora la moción de censura que llevó a Sánchez a la Moncloa o la repetición de elecciones o las dimisiones exprés de ministros que apenas habían tomado posesión o los plagios de tesis doctorales o las cacicadas en el nombramiento de asesores o los sainetes que protagonizó con Biden o las cartas de “felicitación” de Von der Leyen o la compra de mascarillas o lo de los científicos que asesoraban a Sanidad o la marcha de Illa o la llegada de Iceta o las sumisiones de la Fiscal General o la persecución a la Monarquía o la embajada de Celaá o “las chuletadas” de Garzón o las memeces de Montero (la de igualdad) o el reparto de los dineros europeos o la convalidación fantasma de decretos-leyes o los “secreteos” con viajes y vacaciones pagadas o las concesiones a separatistas y proetarras… parece que todo sucedió hace siglos y apenas han pasado unas horas

Y es que en la vida pública española, singularmente en la política, las fechorías no se olvidan, pero su permanencia en las primeras páginas de la actualidad es cada día más efímera porque inmediatamente de perpetradas, se producen otras más o menos grandes, que eclipsan a la precedente.

Cuando Díaz se lame las heridas de votaciones de hace diez minutos y se “envaina” la reforma laboral de Rajoy, ya nos anuncian las negociaciones para eso del salario mínimo. Cuando Celaá aún no se ha instalado en Roma ni ha tenido ocasión de emocionarse ante la presencia del Papa, se recrudece la ofensiva contra la Iglesia y cuando aún no nos habíamos consolado de la marcha de Iglesias y rumiábamos con desolación aquello tan emotivo de “ya no estoy en política”, resulta que sigue dando mítines- o lo que sean- de cara a las inmediatas elecciones castellano leonesas, eso sí, fiel a su palabra de no meterse en política, no reunió más allá de 50 simpatizantes.

No es que los españoles olviden es que a los españoles no les da tiempo a digerir los desafueros y las fechorías que se solapan y se suceden sin solución de continuidad. Las manchas de las moras de Sánchez, no se limpian con otra mora porque no da tiempo.

Y para colmo, cuando nos hundíamos en la tristeza por (según sesudos comentaristas) el “desvanecimiento” del Barcelona y asimilábamos su segura desaparición, resulta que -tras el partido contra el Atlético- el equipo catalán cuenta ya entre los mejores de la Liga y, por supuesto, (también según los mismos sesudos comentaristas) vuelve a “ser referencia” (sesudos y cursis) del mejor fútbol europeo.

La carcajada: Dice Zapatero (que cada día imita mejor a Mr. Bean) durante un mitin en León, dirigiéndose al Partido Popular a propósito de la votación referente a la reforma laboral: “Es que los goles en propia meta, suben al marcador. Es una regla de oro…ja, ja, ja” (riendo con picardía)

 
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