Por la boca… Frivolidad y presupuestos

Pedro Sánchez firma el pacto de Presupuestos con Pablo Iglesias.
Pedro Sánchez firma el pacto de Presupuestos con Pablo Iglesias.

La negociación y la aprobación de los presupuestos es la gestión más importante de un gobierno para su trayectoria y hasta para su permanencia. Por eso, extraña tanto la frivolidad de Sánchez en la materia.

Desde el encontronazo de Carlos V con los procuradores de las ciudades, en las cortes de Santiago y La Coruña, la gestión, la negociación y, en definitiva, la petición de dineros a los representantes de los ciudadanos, es uno de los trámites fundamentales en la gestión del Ejecutivo.

El nieto de los Reyes Católicos se las tuvo más que tiesas con quienes se negaban a pagar sus devaneos guerreros en Europa y a sufragar los gastos que había originado su elección como emperador. Tanto llegó la sangre al río, que el final fue el asunto de las Comunidades y las batallas con los Comuneros.

La negociación de los Presupuestos Generales del Estado y su posterior aprobación, es el más importante quehacer de un gobierno y es fundamental para su futura gestión y hasta para su permanencia en el poder. Por eso, extraña tanto la frivolidad de Pedro Sánchez y la superficialidad de sus ministros al tratar el asunto.

Si hay que negociar en la cárcel o en el extranjero, se negocia; si hay que ceder en cosas básicas, se cede; si hay que aumentar el gasto, se aumenta; si hay que subir los impuestos, se suben; si hay que mandar a Iglesias a negociar con Urkullu, se le manda; si hay que desmentirle, se le desmiente; si hay que engañar a Europa, se intenta; si hay que prorrogar los presupuestos de Rajoy, se prorrogan; si hay que camuflar la verdad, se camufla y si hay que ocultar la realidad, se oculta.

Lo preocupante no es que se usen todas las artes políticas -más o menos legítimas- para seguir en La Moncloa, lo que hace sonar las alarmas es la frivolidad en las acciones encaminadas a definir la vida de los españoles en los próximos tiempos.

La forma no es de recibo porque hay por medio negociaciones oscuras, inusuales y cuando menos raras, si nos atenemos a la catadura de los que negocian. El fondo apenas existe por cuanto depende de las apetencias de unos y de las exigencias de otros.

Si a todo ello se añade que esa ley tan fundamental, se deja en manos de quienes no quieren saber nada de España y de los españoles, el cuadro no puede ser más sombrío.

De la frivolidad al esperpento hay un paso y ese paso ya se ha dado.

 
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