Por la boca… El gobierno de Sánchez sigue en funciones

Los miembros del nuevo Gobierno presidido por Pedro Sánchez, antes de comenzar la primera reunión del Consejo de Ministros.
Los miembros del nuevo Gobierno presidido por Pedro Sánchez, antes de comenzar la primera reunión del Consejo de Ministros.

Un gobierno que está haciendo teatro continuamente, que se dedica a la farsa, que juega a los personajes fingidos y que sale al escenario político con nariz, peluca y barba postizas y cuya única verdad, por penosa que sea, siempre está entre bastidores, oculta y solapada.

En funciones, no porque esté ahí de manera provisional y efímera, aunque eso, en política, nunca se sabe. Está en funciones porque lo que dice, lo que hace y lo que dice que va a hacer, siempre es ficción, es mentira, es engaño y nunca responde a la realidad.

Un gobierno que está haciendo teatro continuamente, que se dedica a la farsa, que juega a los personajes fingidos y que sale al escenario político con nariz, peluca y barba postizas y cuya única verdad, por penosa que sea, siempre está entre bastidores, oculta y solapada.

El gobierno de Sánchez actúa en varios escenarios y con distintos decorados, aunque la obra es siempre la misma. El principal es el Palacio de la Moncloa, con un anejo en el salón del Consejo de Ministros y otro en la sala de prensa. En uno se hacen los ensayos y las pruebas de vestuario además de las representaciones, incluso entre los propios actores que se engañan unos a otros y apenas se conocen entre sí. En la otra, solamente se dan representaciones ante la prensa, aunque son poco participativas.

 Otro escenario, muy importante, está en la Carrera de San Jerónimo. Allí, durante las representaciones, son muy frecuentes los pateos y los abucheos, pero se quedan en nada por cuanto la que preside el teatro y la mayoría de los asistentes, son afines a la causa de las mentiras y hasta las aplauden.

Luego están las giras por provincias cuyo principal coliseo suele estar en Cataluña, aunque supone una incomodidad porque, en vez de cobrar por la actuación, hay que pagar para que te dejen actuar. Además hay que agregar a la compañía a actores invitados como Torra o Colau y a otros que se suman para representaciones muy concretas como es el caso de Iceta. Y aunque cada actor sigue su libreto personal, sí hay una línea común en cuanto a la farsa y al engaño  se refiere.

Hay salidas de la compañía en pleno y la obra se representa al aire libre y sin público, aunque se distribuyen imágenes entre bucólicas, ridículas y hasta propias de la astracanada, género muy cultivado por algunos de los actores. Esos eventos suelen ser bucólicos y hasta pastoriles, con vestuario “ad lib”, desenfadado y en escenarios que, aunque de propiedad pública, solamente usan unos pocos.

Todo en el gobierno de Sánchez es mentira, farsa, bambalinas y ficción y, de vez en cuando, ofrece representaciones entre el público aficionado, al que se le pide su opinión, opinión que ha de expresar en una urna y que siempre es favorable porque resulta que este gobierno, en su afán teatrero, también cultiva la “claque” y tiene sus aplaudidores de nómina fija.

A veces, se hacen representaciones muy privadas, de madrugada, que se justifican de mil maneras y se llevan a cabo fundamentalmente en aeropuertos o embajadas, a las que incluso se invita a actores extranjeros y, en esa misma línea, también se agregan viejos primeros actores que pertenecieron a la compañía y que, sin desligarse del todo, viajan asiduamente a otros continentes para ofrecer recitales encubridores y sin luces, en países amiguetes.

 

Un gobierno permanentemente dedicado a las funciones teatrales, a la mentira transversal, a la farsa progresista y a la falacia de la política social.

Y es que, aunque el gobierno se vista de progresista, social, europeo, feminista, transversal y coloquial, apenas se queda en el puro teatro.

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