Por la boca… Illa, tanta paz lleves como descanso dejas

Salvador Illa, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo Interterritorial del SNS en Sevilla
Salvador Illa, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo Interterritorial del SNS en Sevilla

La única alegría que ha dado Illa a los españoles en un año de gestión, ha sido la de marcharse.

Lo de la paz y el descanso que se llevaba y que dejaba quién se iba y no era demasiado bien visto por el común, lo decían nuestras abuelas y lo decían mayormente en algún velatorio.

No es que la marcha de Illa, a pesar de su rictus facial, sea un velatorio ni mucho menos una despedida definitiva, pero si es verdad que su marcha deja una paz innegable en los ámbitos de su gestión que, debido a la pandemia, ha influido en la vida de todos.

Además el alivio es muy relativo, porque su marcha a Cataluña supone que una parte muy importante de España corre un peligro inminente, ya sea en el gobierno autonómico o en la oposición.

Illa ha consumado, en apenas un año, la peor gestión de la pandemia en el mundo conocido y ha sido, con diferencia, el peor responsable de la Sanidad desde que existe esa parcela en el Gobierno.

Sus trapicheos, sus mentiras, sus tergiversaciones, sus medias palabras, sus balbuceos, su desconocimiento y su ineficacia, han sido proverbiales y ni siquiera una supuesta pose de “blandiblu” ha logrado camuflar una figura política desvaída, descolorida y desmadejada, ayuna de cualquier toma de decisión medianamente eficaz o mínimamente coherente.

Cierto que estaba entre la espada y la pared: la espada de Sánchez, más  tramposo, más mentiroso, más falaz y más inútil que el propio Illa y la pared de faz rocosa de un Simón, escasito de luces, profetilla, mentirosillo, tramposillo, fulerillo, inutilillo, y expertillo que, aunque de poca monta, también ha influido en la nefasta gestión de Illa.

A Illa no le ha tocado un tiempo fácil –nada es fácil en política- pero ahora van a ser los catalanes quienes, desde una u otra responsabilidad, se van a enterar de lo que vale un Illa, porque la única alegría que ha dado a los españoles, en un año de gestión, ha sido la de marcharse

Si en la sede de Sanidad, existe la acostumbrada galería de retratos de ex, a Illa, en vez de retrato al óleo, deberían hacerle una caricatura al pastel.

 

La carcajada: dice Duque, a propósito de la vacunación, que “incluso la fabricación de jeringuillas está también dentro de España y lo que sí puede pasar es que quizás hubiera necesidad de tener algún tipo específico, algún detalle, yo lo miraré y si se necesita introducir alguna innovación en algún sitio, pero no da tiempo, la verdad”.

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