Por la boca… Jakeaos y manipulaos

Cuando se escuchan y se leen algunas declaraciones de políticos en el poder, queda confirmada una vez más la certeza de que la escasez neuronal no solo no está reñida con la maldad, sino que ambas son absolutamente compatibles.

En democracia es perfectamente normal que una ley propuesta por el partido que gobierna sea contestada por la oposición. Y esa contestación es aún más lógica si la ley en cuestión tiene que ver con una materia tan sensible ideológicamente como la enseñanza. Y aún es más razonable el intento de enmendar el proyecto, cuando ha sido elaborado sin el más mínimo consenso social y a espaldas de los interesados en la materia.

Pero como la política española está tan escasita de democracia, y es tan acogedora de afanes totalitarios, no es de extrañar que el rechazo político, la contestación social y hasta la rebelión de los sectores más implicados, haya provocado de inmediato la descalificación miserable de quienes, desde su mentalidad de totalitarismo democrático, intentan aherrojar a las nuevas generaciones y uncirlas de por vida a su carro ideológico.

Cuando se escuchan y se leen algunas declaraciones de políticos en el poder, queda confirmada una vez más la certeza de que la escasez neuronal no solo no está reñida con la maldad, sino que ambas son absolutamente compatibles. Y como por edad, esos políticos no han estudiado con la “lorailo” (o como se llame esta ley) hay que maliciarse que su situación mental y cultural, sus conocimientos y hasta sus destrezas  (que dicen los de Bolonia) venían de fábrica.

Son políticos que no conciben que el ciudadano, ningún ciudadano, pueda pensar por su cuenta, y en cuanto analiza una ley, reflexiona sobre su contenido y atisba sus consecuencias, ese ciudadano está “jakeao y manipulao” por la oposición y por los medios que tampoco “tragan” el bodrio de la “lorailo”.

Son políticos que olvidan que hay derechos que ningún poder puede otorgar a los ciudadanos sencillamente porque son anteriores a la democracia y que, aunque se viva en un totalitarismo democrático, son  irrenunciables para cualquier ser humano: la libertad, la familia, la enseñanza y la propiedad.

 
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