Por la boca…La monserga de la unidad, de arrimar el hombro y del patriotismo

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.

En ningún país de nuestro entorno se da la situación de que el partido en el gobierno pida ayuda a la oposición, salvo en situaciones concretas y muy graves. Usted que ha ganado las elecciones, gobierne y resuelva los problemas según sus planteamientos políticos, si no sabe o no puede, márchese que yo lo intentaré.

Además de que en España no parece posible un acuerdo entre los grandes partidos habría que dejar claro, de una vez por todas, que en democracia gobierna el partido que ha ganado las elecciones y el perdedor queda en la oposición.

El que gobierna lo hace según sus ideas, según su programa, según sus capacidades y según sus saberes. No pide ayuda ni recaba acuerdos. Hace  lo que sabe y lo que puede y, si no es capaz, se marcha y da paso a otros.

Los acuerdos y los consensos están indicados en casos de emergencia nacional muy graves y muy concretos, pero acuerdos y consensos y ayudas y apoyos para resolver la inflación, para subir o bajar los salarios, para reducir el paro o para fijar la velocidad en las carreteras, están fuera de lugar.

En ningún país de nuestro entorno se da la situación de que el partido en el gobierno pida ayuda a la oposición salvo en situaciones concretas y muy graves. Usted que ha ganado las elecciones, gobierne y resuelva los problemas según sus planteamientos políticos, si no sabe o no puede, márchese que yo lo intentaré. Además, sométase al control parlamentario e informe cumplidamente al Legislativo –y a través de él a los ciudadanos- de sus decisiones y de los motivos que le impulsan a tomarlas.

A lo mejor es por lo aburrido y lo ridículo que resulta eso de apelar a la unidad, al patriotismo y pedir a la oposición que arrime el hombro, por lo que los acuerdos nunca cristalizan en nada real. Y ocurre que siempre el que pide unidad,  demanda que los demás arrimen el hombro y apela al patriotismo es el que está en el poder y se siente impotente para solucionar los problemas o aplicar su programa, pero no quiere abandonar la poltrona, en un ejercicio vergonzoso de cinismo y en un intento inmoral de repartir responsabilidades.

El mito de la unidad es una falacia que atenta contra la esencia misma de la democracia. Si hay interés por la unidad, porque los otros arrimen el hombro y por llegar a “patrióticos” consensos, se acuerda un gobierno de coalición entre los partidos principales en el que cada uno cede parte de sus postulados, aporta sus ideas y trata de encontrar la mejor solución para los problemas.

Si además, a la hora de pedir unidad y patriotismo, el que lo hace es un tipo que -engaños, promesas incumplidas y mentiras aparte- entiende la colaboración y el patriotismo como acatamiento incondicional a sus postulados, el sarcasmo está servido en dosis altísimas.

La carcajada retroactiva. Decía Sánchez: “Pondremos 100.000 millones de avales públicos, a disposición de pymes y pequeñas empresas para que puedan pedir préstamos con los que afrontar los pagos y subsistir ante el cierre de sus negocios”

 
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