Por la boca… Ni Dixie ni Pixie, Calvo dixit

La disyuntiva está servida: o ella o nosotros. Y como -a la vista de su inimaginable trayectoria académica y política- Carmen Calvo no es tonta, habrá que concluir que los tontos son quienes llevan un montón de años subvencionando su estulticia.

Muchos recordarán a la ahora vicepresidenta, en plena sesión del Senado, allá por el 2005, confundiendo el “dixit” latino con los simpáticos ratones de los dibujos. Pero eso era antes, cuando no era vicepresidenta.

Y es que no es lo mismo el antes que el después. O sea para Pedro Sánchez, antes de mayo y después de mayo.

Por mayo, era por mayo, que diría el poeta anónimo en el Romance del Prisionero, (que ya es casualidad) cuando Pedro Sánchez, el otro, decía que sí a la existencia del delito de rebelión, en relación a los prófugos y a los presos (que ya es casualidad) de la cosa en Cataluña.

Pero ya no es mayo, ni aprieta la calor al Prisionero (que ya es casualidad) del romance y el presidente, que no Pedro Sánchez, el otro, dice que no hay delito de rebelión y la jefa de la Abogacía del Estado –haga usted una oposición para esto- se apresura a firmar el papel y que faltaría más, y que “toíto te lo consiento menos faltarles a mis prisioneros y a mis prófugos” y que ella el puesto se lo encontró en la calle (que dice otra copla) y que de rebelión, ni reñirles.

Y en estas estábamos cuando Carmen Calvo tercia (y como diría Don Mendo, terció e hizo mal tercio) y lo explica todo, que ella es la transparencia personificada, incluso en el Vaticano.

Y por eso nos enteramos de la existencia del otro Sánchez, allá por Mayo y que –Calvo dixit- el presidente jamás ha dicho que hubiera delito de rebelión en la cosa esa que montaron algunos políticos en Cataluña. Porque cuando Calvo se explica, se explica.

Lo que sucede es que la disyuntiva está servida: o ella, o nosotros. Y –como a la vista de su inimaginable trayectoria académica y política- Carmen Calvo no es tonta, habrá que concluir que los tontos son quienes llevan un montón de años subvencionando su estulticia.

Porque –Calvo dixit- la postura del Gobierno es la que es. Y ante ese razonamiento hay poco que argumentar. Lo de Carmen Calvo es el convencimiento que aplasta, la razón que seduce y la lógica que obnubila.

 

A Carmen Calvo, ni siquiera el gato Jinks, el de los dibujos de Dixie y Pixie, la pilla en un renuncio. Pues buena es ella, desde sus tiempos en la Junta de Andalucía.

Y Pedro Sánchez, el otro, rumiando aquella canción de doña Concha Piquer: Yo soy la otra y a nada tengo derecho…o al menos sin que lo autorice Pablo Iglesias.

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