Por la boca… ¿A papá o a mamá?

Ahora como nunca están en entredicho los liderazgos de los dos grandes partidos. Por causas distintas y en circunstancias diferentes tanto Mariano Rajoy como Pérez Rubalcaba están cuestionados en sus respectivas formaciones.

Más grave es el caso de Rajoy, pura y simplemente porque es el presidente del Gobierno y además tiene mayoría absoluta, pero no deja de ser preocupante que el partido llamado a ser la alternativa tampoco se aclare.

Ha causado enorme revuelo la salida de Aznar, pero las discrepancias y el malestar en el Partido Popular vienen de lejos y van más allá de la simple pataleta –si es que ha sido una pataleta- del ex. Y tampoco se reduce ese malestar a los barones que velan por sus intereses electorales. Las cosas en Génova están enrarecidas desde casi el principio de la legislatura y, concretamente, se centran en la forma de gobernar más que en los contenidos de la actuación del Ejecutivo. Son muchos quienes no están de acuerdo con lo que Aznar denominó–posiblemente de forma injusta- languidez.

Y ahora se pone o se quiere poner a los militantes en la disyuntiva tan conocida de ¿a quién quieres más, a Rajoy o a Aznar? Incluso se hacen encuestas y hasta se ha llegado a la conclusión de que Aznar contaría con los votos de los militantes pero no con el 'aparato' del partido. Extraña paradoja que no tiene más explicación que pensar que ese 'cerrar filas' en torno a Rajoy es de obligado cumplimiento precisamente para los del 'aparato'.

Pero el hecho de que se insinúe la preguntita de marras ya da una idea muy aproximada de lo que está pasando.

Y no corren mejores tiempos para el Partido Socialista, que cuenta con demasiados candidatos y hasta se dibujan coaliciones de dos –caso de Madina y de López- para unas hipotéticas primarias o para un no menos hipotético congreso adelantado. Es evidente que la baza de Rubalcaba está en ganar tiempo y que durante ese tiempo los posibles adversarios se 'destrocen' entre sí y le dejen el campo libre. No hay que olvidar que Pérez Rubalcaba es como un 'ludópata' de la política y siempre tendrá algún as en la manga.

En cualquier caso no es bueno que los patios internos de los dos principales partidos se conviertan en 'patios de monipodio', por mucho que Cayo Lara o Rosa Díez se froten las manos, o por mucho que algunos, contra la opinión de Alfonso Guerra, abjuren del bipartidismo.

Y tampoco es bueno, en palabras de Alfonso Osorio, esta especie de oligarquía de los gabinetes de los partidos en la que vive nuestra política.

El ex vicepresidente contaba una anécdota divertida: Estaba un día charlando con un correligionario y éste, al ver que entraba Manuel Fraga, le dijo: 'perdona Alfonso pero voy a saludar a mi electorado'.

 

Todo un síntoma.

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