Por la boca… Protección de la salud y protección de datos

Operativo anticoronavirus
Operativo policial.

No se entiende muy bien la opacidad en la que se diluyen los delitos de quienes atentan contra la salud de los ciudadanos, entre otras razones porque hay que pensar que el derecho a la salud está por encima del derecho a la protección de datos, sobre todo si el sujeto está poniendo en peligro a la mayoría que sí cumple las normas para evitar contagios.

Cada día, fundamentalmente los fines  de semana, saltan a los medios titulares que informan de la celebración, detectada por la policía, de cientos de fiestas, reuniones clandestinas y botellones.

Habitualmente lo único que llega a la opinión pública es un número, más bien escaso, de identificaciones de los transgresores y algunas detenciones en casos esporádicos en los que ha habido resistencia a la autoridad. Y ahí acaba toda la noticia.

Se supone que ha habido más detenciones; se supone que se ha identificado a la gran mayoría de los presentes; se supone que se han producido comparecencias ante el juez; se supone que se habrán impuesto multas; se supone que algunos de los infractores habrán sido acusados de delitos perfectamente tipificados; se supone que se han cerrado y multado los locales que albergaban esos saraos ilegales; incluso se supone que se han detectado reincidencias. Pero nada de eso se sabe y mucho menos se conocen las identidades de los sorprendidos por la policía. También cabe suponer que la razón está en la protección de datos.

Sin embargo, también cada día, aparecen noticias de  sucesos de todo tipo en los que se explicitan identidades, domicilios, relaciones familiares o afectivas de víctimas de incendios, homicidios, atropellos, violencia contra la mujer etc. etc.

No se entiende muy bien la opacidad en la que se diluyen los delitos de quienes cada día atentan contra la salud de los ciudadanos, entre otras razones porque hay que pensar que el derecho a la salud está por encima del derecho a la protección de datos, sobre todo si el sujeto está poniendo en peligro a la mayoría que sí cumple las normas para evitar contagios.

Si la ejemplaridad es una de las funciones fundamentales que el derecho atribuye al castigo, sea el que sea, es evidente que en este asunto el efecto beneficioso de la ejemplaridad no solamente no existe sino que al ignorarse las consecuencias de conductas irregulares que atentan contra la salud de la mayoría, se produce el efecto contrario y se transmite una desoladora señal de impunidad.

La carcajada: Dice Sánchez que para el verano, la población española estará vacunada en un 70%.

 
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