Por la boca…Retirarse a tiempo

Pedro Sánchez en una rueda de prensa sobre el coronavirus
Pedro Sánchez en una rueda de prensa sobre el coronavirus

Un político, cualquier gobernante, puede retirarse, entre otras, por tres razones: porque pierde la confianza de los ciudadanos expresada en las instituciones democráticas, porque cree que ha cumplido la tarea que se propuso y los objetivos que se marcó y porque honradamente se da cuenta de que es absolutamente incapaz para afrontar sus responsabilidades.

Hace más de 50 años, en plena dictadura, Rafael Calvo Serer publicaba en el diario “Madrid”  un artículo que, con el título de “Retirarse a tiempo” aunque formalmente se refería a De Gaulle, hizo que Franco se diera por aludido y provocó el principio del proceso para el cierre definitivo de aquel periódico.

Las crisis y, sobre todo la ineficacia e impotencia de los gobiernos y gobernantes, siempre pone de actualidad aquel titular y sitúa en el pensamiento colectivo, la idea de la retirada de esos políticos inútiles e incapaces, la posibilidad de su marcha de puestos de gran responsabilidad y la eventualidad de gobiernos de emergencia formados por verdaderos expertos y gestores y no por políticos al uso, procedentes de los tamices, más que dudosos, de los partidos políticos y de coaliciones y alianzas cuyo único fin es la obtención del poder.

Un político, cualquier gobernante, puede retirarse, entre otras, por tres razones: porque pierde la confianza de los ciudadanos expresada en las instituciones democráticas, porque cree que ha cumplido la tarea que se propuso y los objetivos que se marcó y porque honradamente se da cuenta de que es absolutamente incapaz para afrontar sus responsabilidades.

Para quienes afirman constantemente su vocación de servicio público y su disposición de sacrificar ambiciones personales y hasta intereses perfectamente plausibles, en aras de ayudar y proteger a sus semejantes, para quien se reputa demócrata y dice tener un sentido generoso del ejercicio del poder y de la política lejos de cualquier afán bastardo, la última opción -la que contempla la propia impotencia y la inutilidad de su gestión- es algo que siempre debería tener presente el responsable de gobernar un país y más en momentos de grave situación social.

Todos los escenarios, incluso el de la dimisión, con todo el equipo de gobierno, deberían estar contemplados. Nadie es insustituible ni imprescindible y tampoco lo es en momentos de grave emergencia, ni en las circunstancias más extremas.

Retirarse a tiempo, puede ser un final honroso, siempre que sea en los momentos oportunos y con la grandeza de ánimo que requiera la situación.

Cuando al frente del timón de un barco está el armador y no el capitán, la situación ante la galerna es desesperada, por eso la decisión de que el que sabe dirigir un barco coja el timón, sin esperar a que desaparezca el temporal, es la acertada. Cambiar de piloto en pleno vuelo cuando el que está a los mandos no sabe conducir el avión, es la opción requerida. Además el alivio del relevo sería tal, que nadie reprocharía al mal piloto y al timonel inútil, el abandono del puesto y la cesión de los mandos a quien los sabe manejar.

Porque lo malísimo conocido, siempre es peor que lo desconocido que venga,  porque lo que venga es imposible que sea peor de lo que hay y ya conocemos.

 
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