Por la boca… Romance de valentía

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, durante una rueda de prensa tras la reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, a 14 de abril de 2021, en Madrid (España).
La ministra de Sanidad, Carolina Darias, durante una rueda de prensa tras la reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, a 14 de abril de 2021, en Madrid (España).

Cuando la cobardía incapacita para cumplir promesas, guardar y hacer guardar la Constitución y velar por la armonía y el bienestar de los ciudadanos, y su único fin es permanecer en el poder con la ayuda necesaria de los tan “valientemente” indultados, el apelar a la valentía se convierte en un sarcasmo, en una falacia y en un gran fraude.

Los que argumentan según el argumentario que les han dado para que argumenten (patadas a la sintaxis) en eso de los indultos, esgrimen la valentía como una de las virtudes que adornan a Sánchez a la hora de las reverencias y las zalemas ante los golpistas y separatistas que le mantienen en La Moncloa. Flaco favor al “valiente”.

Escuchando a los argumentadores, acude a la mente aquella copla de la Piquer, un romance de valentía que cantaba a un torerillo que era muy poco en la vida/ tan poco que nada era (cualquier semejanza en eso del torerillo y de la nada con Ábalos e incluso con Sánchez es pura casualidad), pero que se hacía acreedor a que le llamaran valiente.

El calificativo de valiente tiene su antónimo en la denominación de cobarde solo que, en esta ocasión, con lo de los indultos ambos términos pueden asociarse sin gran esfuerzo.

Hay que ser supuestamente valiente y evidentemente cobarde al mismo tiempo, para conceder unos indultos con la gran mayoría de los ciudadanos en contra, con gran parte de los políticos, incluidos los del propio partido, como panteras y con el Poder Judicial dictaminando de forma negativa y a tumba abierta en relación a la voluntad misericordiosa de Sánchez.

Y también hay que ser cobarde para no enfrentarse a quienes intentaron y van a seguir intentando destruir España, atacan a la Constitución, se saltan las leyes y destruyen la concordia y la armonía entre españoles, concordia y armonía que aducen los “valientes” que se acobardan a la hora de hacer cumplir la ley.

La “valentía” para indultar, se confunde inmediatamente con la cobardía para no indultar y se solapa con la mentira de no saber cumplir promesas electorales ni juramentos institucionales.

Pero con todo, lo más significativo son los motivos y los objetivos de la supuesta valentía. Cuando la valentía se demuestra en acciones honrosas y honradas que redundan en el bien común, en el entendimiento colectivo y en el respeto a las leyes, es un buen argumento para justificar las acciones de un gobernante.

Pero cuando la cobardía de ese mismo gobernante le incapacita para cumplir sus promesas, guardar y hacer guardar la Constitución y velar por la armonía y el bienestar de los ciudadanos, y su único fin es permanecer en el poder con la ayuda imprescindible de los tan “valientemente” indultados, el apelar a la valentía se convierte en un sarcasmo, en una falacia y en un gran fraude y es más que sospechosa.

 

Por mucho que el romance se cante en las esquinas ministeriales, saraos partidistas o portadas de medios afines, ni hay valentía, ni va a haber concordia, ni el problema del separatismo en Cataluña se va a resolver con actos cobardes disfrazados de heroísmo barato.

Incluso eso de tirarse por el precipicio no deja de ser una cobardía trufada de servilismo.

La carcajada.  Dice Darias a propósito de las segundas dosis de las vacunas: “Hay que dejarlo bien claro. No se trata de elegir vacunas. Es un caso excepcional ante el rechazo, para que las personas que rechacen Pfizer, puedan recibir la otra vacuna”.

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