Por la boca… La sociedad española se indigna ante la corrupción y acepta la ingeniería social de las leyes de Sánchez

Sánchez y sus coaligados, como mayordomos fieles de lobbies oscuros que han decretado y operan el cambio profundo de la sociedad, están consiguiendo una evidente transformación del pensamiento y de las concepciones vitales de varias generaciones que se pliegan dóciles, a los dictados de quienes influyen desde la sombra.

Se dice y se escribe que será la corrupción -concretamente el escándalo del que fuera diputado socialista y significado preboste del PSOE canario, Juan Bernardo Fuentes Curbelo- el suceso que sacará a Sánchez de La Moncloa. Y posiblemente vaya a ser así.

Pero el hecho de que sea la corrupción la principal causa de la derrota de un dirigente político que ha hecho de la llamada ingeniería social, es decir, del cambio de la forma de ser, de pensar y de actuar de la sociedad española a base de leyes desnortadas y carentes de cualquier atisbo de ética social y de moral colectiva, debería dar que pensar a quienes, desde una u otra vertiente ideológica, lideran esa sociedad o aspiran a hacerlo.

Sánchez y sus coaligados, como fieles mayordomos de lobbies oscuros que han decretado y operan el cambio profundo de la sociedad, desde no se sabe muy bien qué despachos, ni desde qué geografías, están consiguiendo una evidente transformación del pensamiento y de las concepciones vitales de varias generaciones que, dóciles a los dictados de los que son los más peligrosos “influenciadores” del pensamiento colectivo y que, aun rechazando (si es que las rechazan) leyes disolventes y a todas luces injustas que atentan contra los más elementales principios del derecho natural, pasan por las horcas caudinas de un pretendido modernismo, de una ridícula progresía y de una falsa utopía del cambio por el cambio.

Son los de “los tiempos cambian”, tragando ruedas de molino y además, en muchos casos, orgullosos de hacerlo.

Una sociedad que admite y otorga carta de naturaleza a una ley del aborto y parece conformarse con el hecho de acabar con vidas inocentes y pone el acento de sus tímidas objeciones, en el hecho de que una niña pueda abortar sin que sus padres lo sepan, es una sociedad adormecida y manipulada.

Una sociedad que en aras de una igualdad que a las primeras que perjudica es a las mujeres, acepta que un ser humano, para ocupar un puesto en la política o en la empresa, sea valorado de “cintura para abajo” en vez de serlo de “cuello para arriba”, con lo que se estima más la condición sexual que la inteligencia, es una sociedad que degrada a las mujeres y la verdadera lucha por la igualdad.

Una sociedad que rechaza clamorosamente la corrupción económica de los políticos, mientras pasa de largo ante la educación que reciben las nuevas generaciones en la escuela y en la universidad y tolera planes de estudio sesgados y adoctrinadores, es una sociedad condenada al fracaso colectivo.

Una sociedad que elige una y otra vez para que la representen a quienes legislan a golpe de ucase aspectos fiscales y recaudatorios que perjudican a los pequeños comerciantes y permiten la persecución de grandes empresas que crean riqueza y puestos de trabajo, es una sociedad abocada al empobrecimiento.

 

Una sociedad que ve con buenos ojos una política de subvenciones, mientras que asiente en silencio a la denigración del esfuerzo y del trabajo de los ciudadanos, es una sociedad en vías de disolución como colectivo próspero.

Una sociedad que discute sobre los métodos más eficaces para acabar con la vida de los ancianos o de los enfermos terminales, en vez de rechazar abiertamente la eutanasia e incrementar los llamados cuidados paliativos en todos los casos necesarios, es una sociedad con su futuro destruido.

Una sociedad que permite sin protestar el cambio de sexo de forma indiscriminada, sin requisitos médicos, psicológicos y sociales, sin más que la voluntad del sujeto y solamente pone objeciones a la edad de los protagonistas y a la ausencia de conocimiento de los padres, es una sociedad llamada a la disolución como grupo de convivencia normal.

Una sociedad que sitúa la lucha por la tan necesaria igualdad de la mujer, únicamente en los aspectos de su sexualidad, mientras permite la cuasi impunidad de los agresores de mujeres y de niños, es una sociedad mentalmente trastornada.

Una sociedad que se acostumbre a llamar a una mujer embarazada y futura madre de un nuevo ser humano, “progenitor gestante”, es una sociedad decadente, proclive a la chanza y al chiste chabacano en una materia que debería ser respetada y reverenciada por todo ser nacido de mujer.

Extraña que si los españoles deciden que Sánchez deje el Gobierno de la Nación lo hagan precisamente por la corrupción -con todo lo que tiene de deleznable y merecedora de la más rotunda de las censuras y de las penas más graves- y no lo hagan tanto en virtud de leyes que atentan contra principios irrenunciables para cualquier ser humano, que se imponen a una ciudadanía que, en el mejor de los casos, se escandaliza por hechos graves y punibles pero cuya trascendencia social a medio y largo plazo tiene mucha menos incidencia en el devenir de una sociedad y del futuro de varias generaciones.

La carcajada: Dice López (el de aquello de “pero Pedro ¿tú sabes lo que es una nación?”) “El PP arropa a los corruptos, nosotros reaccionamos. El PSOE es un partido al que le repugna la corrupción”.

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