Por la boca…La palabra la tiene el PSOE

Supuesto que Rodríguez Zapatero no quiere dimitir y pretende  agotar la legislatura, es evidente que quienes tienen que tomar una decisión son los dirigentes del Partido Socialista. Es el partido el que tiene que quitar de en medio a quien el propio partido puso. Ni el Partido Socialista ni España se pueden permitir el lujo de que el responsable del desastre socialista y responsable de la situación por la que atraviesa el país, permanezca un día más en la presidencia del Gobierno.

No pasa absolutamente nada porque un presidente del Gobierno presente la dimisión. No pasa nada porque el responsable de un partido, al que ha dejado arrasado, se retire de la política. Tanto España como el propio Partido Socialista Obrero Español tienen los resortes constitucionales y estatutarios para hacer un relevo. Después será el momento de que la cúpula del partido, que ahora mismo tiene mayoría parlamentaria, decida qué va a hacer.

La diferencia es que los españoles no pueden quitar a Rodríguez Zapatero de un plumazo, salvo en unas elecciones generales, mientras que el Partido Socialista sí puede hacerlo. Son muchas las voces que en Ferraz se alzan, hace tiempo, pidiendo esa solución que no pasa necesariamente por el adelanto de las elecciones.

El mal que Rodríguez Zapatero ha hecho al Partido Socialista es de tal envergadura que lo que hace quince días parecía una posibilidad de cara a las primarias, ahora mismo a los propios socialistas se les antoja difícil. Ni Pérez Rubalcaba ni Chacón son hoy los mismos que eran el día que el secretario general de su partido anunció que no se presentaría a un nuevo mandato.

Rodríguez Zapatero, en el mejor de los casos, ha perdido el sentido de la realidad. Sí se presentaba a estas elecciones y sí las ha perdido de forma estrepitosa. No valen coartadas de valiente y decir aquello de ahora no me puedo ir y afronto lo que venga. La valentía es marcharse y si él no es capaz de hacerlo solo, alguien tiene que empujarle y eso solamente lo pueden hacer en su partido. Por lógica tiene su corte, y esa corte resistirá en ministerios y puestos en el propio partido, pero esa corte es la que le ha ayudado y le ha jaleado para que llegara hasta donde ha llegado. También los cortesanos tienen su parte de culpa.

La propia Europa se va a encargar de ayudar a que la marcha sea lo más rápida posible. Una España con un presidente grogui no interesa en la Unión.

Pero que nadie se engañe. La única baza que puede jugar Rodríguez Zapatero para no dar su brazo a torcer es la peor tanto para España como para el Partido Socialista. Él mismo se ha encargado, consciente o inconscientemente, de no tener sucesor. Ahora mismo no lo hay. Las primarias –con el caso Gómez todavía sangrando en Madrid, y el propio Rodríguez Zapatero ganando a José Bono- nunca se le han dado bien a los socialistas y además los posibles candidatos se han quemado a lo bonzo, precisamente en la pira organizada por Rodríguez Zapatero.

Y no ocurre nada. Rodríguez Zapatero dimite en el PSOE y en el Gobierno. El partido sigue su camino e intenta rehacerse del desastre. Por su parte, el Rey llama a consultas y encarga el Gobierno al partido mayoritario y a su candidato que, una vez en La Moncloa, decide qué hacer. Eso está previsto en la Constitución y hay antecedentes. Un presidente del Gobierno puede dimitir sin necesidad de convocar elecciones.

Claro está que lo mejor sería que Rodríguez Zapatero fuera quien disolviera y aguantara el chaparrón. Pero si se empecina en su idea,  alguien tendrá que hacerlo y ese alguien se llama Partido Socialista Obrero Español.

 
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