De color amarillo chantaje

Arrancan el lazo amarillo de la fachada del Ayuntamiento de Barcelona
Arrancan el lazo amarillo de la fachada del Ayuntamiento de Barcelona

No se debería olvidar que para que haya chantaje tiene que haber un chantajista y algo que pueda ser materia del chantaje, pero lo que es imprescindible es que exista alguien que se deje chantajear.

Nos estamos acostumbrando demasiado a esa “broma política” que consiste en tomar a chacota los desvaríos de nuestros hombres públicos.

De casi todo se hace un chiste y las ocurrencias circulan profusamente por eso que se llaman redes sociales y que –teniendo sus cosas buenas- sirven preferentemente para que las memeces que antes decían algunos, ahora las repitan millones de individuos.

Pero bromas aparte, nunca mejor dicho, está ocurriendo que los árboles del pretendido humor, no nos dejan ver el enorme bosque de hechos y sucesos graves.

El pitorreo que se gastan los independentistas catalanes con lo de los lazos amarillos, es uno de esos asuntos objeto de bromas y de chistes que enmascaran la gravedad de unas acciones y unas actitudes que suponen, sin que pase nada, una grave afrenta a nuestro ordenamiento jurídico.

Los trucos de Torra y de los suyos, no es que burlen a la justicia, es que están poniendo en peligro cosas que deberían ser intocables en cualquier estado democrático que se ajuste a las leyes.

No se debería olvidar que para que haya chantaje tiene que haber un chantajista y algo que pueda ser materia del chantaje, pero lo que es imprescindible es que exista alguien que se deje chantajear.

En este caso se dan todas las condiciones, pero lo grave es que la materia del chantaje es la Constitución española y el que se deja chantajear es el presidente del Gobierno.

También el chantaje tiene que tener un motivo para que el extorsionado lo tolere y ese motivo, en Pedro Sánchez, no es otro que asegurarse, elecciones mediante, la estancia en La Moncloa por otros cuatro años.

 

Y como los separatistas están seguros de las tragaderas presidenciales, no sueltan la presa y al pitorreo suman la eficacia, porque es evidente que los separatistas catalanes son los únicos, en esta función, que cumplen su papel a la perfección.

Y si no, que se lo pregunten a los guardias civiles que comparecen como testigos en el juicio que se ventila en el Tribunal Supremo.

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