Se suceden las comparecencias de los ministros y siguen sin servir para nada. A Rajoy tampoco le va a servir de nada las elecciones.

Se despiertan grandes esperanzas en las comparecencias de los ministros. Los diputados se ponen hasta agresivos y es muy posible que todos se preparen las respectivas intervenciones, pero lo cierto es que no sirven para nada, no se discute nada, no se explica nada ni se sacan conclusiones.

Son una especie de diálogo de sordos en el que nadie va a intentar solucionar el problema o el asunto que centra la comparecencia. El ministro se “tapa”, los diputados se lucen y se van tan contentos. Hasta la próxima.

La intervención de Solbes fue de las que están al uso. Ni explicó, ni aclaró, ni ilustró. Ni tan siquiera justificó las posibles decisiones del ejecutivo en materia económica y más concretamente en la financiación de las autonomías.

Será plurilateral y no bilateral como nos dijo Rodríguez Zapatero pero lo cierto es que allí parecía más algo entre Cataluña y el Gobierno, que otra cosa. Nadie salió satisfecho y los resultados no se ven por ningún lado. Una vez más se hurta al Congreso el protagonismo para centrarlo en reuniones semiclandestinas entre los partidos políticos y sus intereses electorales.

Otro tanto con la comparecencia de la ministra de Fomento. Justificaciones, el famoso ‘yo todo lo hago bien’ y a esperar tiempos mejores para enterarnos de lo que realmente pasó en Barajas y cuál fue la actuación de los organismos encargados de las emergencias.

Y ahora vendrá el pulso con Cataluña, pero no llegará la sangre al río. Habrá presupuestos y habrá financiación y Montilla habrá nadado y guardado la ropa. Mientras a Carod Rovira le dejen contar medallas ‘catalanas’ en Pekín y Ridao nos cuente que Ezquerra es un partido de agnósticos y ateos, ninguno discutirá nada seriamente y Rodríguez zapatero se volverá a llevar el gato al agua.

Mientras el Partido popular y más concretamente Mariano Rajoy a verlas venir. Pero a verlas venir muy de lejos porque ya nos ha dicho el líder de los populares que a él no le afectan los más mínimo las elecciones de Galicia –cuando sean- las del País Vasco o las Europeas, por la sencilla razón de que ‘yo no me presento’.

Se equivoca. Se presenta y más de lo que se pueda pensar a bote pronto. Un revés en cualquiera de esos comicios será un revés para todo el Partido Popular y, muy concretamente, para Mariano Rajoy. Rajoy está colmando el vaso que todo político tiene para llenarlo de elecciones perdidas y eso tiene que afectar a cualquier político, dentro y fuera de su partido.

Aún teniendo en cuenta las peculiaridades de las elecciones vascas o de las circunstancias temporales con que Pérez Touriño quiera adornar las gallegas, Rajoy está, lo quiera o no, en primera fila y en todas y cada una de las papeletas que se depositen en las urnas.

 

Se acaban las vacaciones e incluso la tregua –desgraciada tregua- que ha supuesto la tragedia de Barajas.

Rodríguez Zapatero huye de las Cortes y manda a Solbes a no decir nada.

Es como si le hubiera dicho: Pedro vete tú que a mí me da la risa. Lo que no le puede decir al a Solbes es: vete y cuéntaselo tu que tienes más gracia.

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