El cuñaó cenizo que echa vinagre en la botella blanca. La leche será mala, pero Sánchez “está muy bueno”

Esther Peña, portavoz del PSOE.
Esther Peña, portavoz del PSOE.

El redactor del argumentario de La Moncloa, que emplean los ministros y el de las frases de Peña para uso de la portavoz, posiblemente trabajen juntos y se les ocurran las ingeniosidades en comandita. 

Ni Peña, la portavoz, ni quien escribe lo que tiene que decir (ella solamente pone la media sonrisa avinagrada y los ojos amenazantes) gozan de excesiva gracia ni tienen mucho ingenio.

El gracejo del escribidor es perfectamente mejorable y los ojos de Peña, asustan cuando dice lo del cuñaó, lo del vinagre y lo de la ceniza y lo del asco de la vida.

Es como cuando Bolaños pronuncia esas frases tan redondas, tan cuadriculadas, tan bien estructuradas y que casi acaban en verso. Por ejemplo, lo de “blanco y en botella”, que no se sabe si lo malo es la botella o lo peor es lo blanco; aunque viniendo de Bolaños lo de la maldad del blanco, producto de las vacas, no es de descartar.

Posiblemente el redactor del argumentario de La Moncloa que emplean los ministros y el de las frases de Peña para uso de la portavoz, trabajen juntos y se les ocurran las ingeniosidades al unísono, a la vista de la enorme enjundia y la chispa de sus diatribas contra Feijóo o contra Ayuso.

El que no se sabe si tiene o no tiene “argumentarista” y escribidor de ingeniosidades, es López (“pero Pedro ¿tú sabes lo que es una nación?) que, a juzgar por lo que dice -y dada su trayectoria- se lo debe “autoescribir” y además ni siquiera se entera de los argumentarios oficiales y a veces hasta los contradice.

Y es que todo es una broma y los políticos se parecen más a esos futbolistas que se revuelcan en el césped dando alaridos de dolor para, a los dos segundos, estar correteando tras el balón. Al igual que los futbolistas, los políticos son muy sufridos y aguantan insultos y vejaciones, malas caras e ironías y todo con esa sonrisa boba de la que no se apean. Y se revuelcan en los ministerios y dan alaridos y se dedican a meterse con el Partido Popular.

Puigdemont, cada vez que hay una votación (o lo que sea) en el Congreso les deja con el “nalgario” al aire y Cerdán, en una de estas, va a ser detenido en un aeropuerto suizo por circular con una mano delante y otra detrás. Sánchez se inclina y los ministros se rompen la cintura ante el prófugo y, cuando se enderezan, dicen lo de la leche (mala por supuesto) y lo de la botella y lo del vinagre y hasta se meten con los cuñaos.

Y los ministros (o lo que sean) salen a hablar (o lo que sea) con el argumentario entre los dientes y va Puigdemont y les sacude una patada alevosa y ellos sufren, pero no en silencio.

 

Pero aunque la leche sea mala, no importa porque Sánchez, al decir de  Marcano, “está muy bueno” y es la envidia de todos.

Y es que hay cosas en la política que, aunque sean muy serias, causan risa y hay que tomarlas a broma.

Lo preocupante no es que se rían bobamente, sino que sí se rasca un poco, se puede llegar a conclusiones nada esperanzadoras para los ciudadanos.

La carcajada: Decía Sánchez “en su otra vida”: “Un gobierno sin presupuestos, no gobierna nada. Un gobierno sin presupuestos, es tan útil como un coche sin gasolina.”

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