Derechitas tontas

Dirigentes de Vox, PP y UPYD, en la manifestación contra Pedro Sánchez en Colón.
Dirigentes de Vox, PP y UPYD, en la manifestación contra Pedro Sánchez en Colón.

Es posible que en España no haya una derechita cobarde pero, a la vista de lo sucedido en Ceuta, es evidente que sí hay derechitas tontas.

Cada día se pone de relieve en el ámbito del centro y de la derecha española que los protagonismos personales y la falta de democracia interna en los partidos, se convierte con demasiada facilidad en un caudillismo de alpargata. No se trata de la valía política de los líderes –que también- sino de la falta de un sentido menos individualista y patrimonial del liderazgo, por mucho que ese liderazgo haya surgido de unas primarias y de unos congresos que son, en la mayoría de los casos, puro teatro electoralista.

Vitoreado por los que han llegado y quieren mantenerse y por los que quieren llegar, el líder hace y deshace a su antojo y en cuanto aparece el gallito de otra formación con el que se puede ver obligado a convivir, el conflicto está servido.

Es posible que en España no haya una derechita cobarde pero, a la vista de lo sucedido en Ceuta, es evidente que sí hay derechitas tontas.

Y es que hay que ser muy tonto (políticamente hablando, por supuesto) para consentir, tolerar, auspiciar y no saber gestionar una situación tan absurda como la que se ha dado en Ceuta. No es de recibo que una propuesta tan descabellada en democracia como declarar a alguien persona non grata, ponga en peligro no solamente un entendimiento deseable y una futura colaboración de cara a conseguir gobernar en España, sino también coaliciones de gobierno en autonomías y municipios que funcionan normalmente.

Se demuestra cada día que coincidir políticamente solamente con la mirada puesta en derrocar a un gobierno, es poco bagaje y desde luego una argamasa muy débil; ineficaz para unir e ineficaz para llegar al poder.

Para alcanzar el gobierno, -supuesta la imposibilidad de una mayoría absoluta- hay que poner sobre la mesa aspectos positivos de los respectivos programas y, sobre todo, un plan real y leal de colaboración en el ejecutivo y en el legislativo.

Ahora que, con las elecciones más cerca o más lejos, es evidente que Sánchez está en plena campaña, sería triste que los partidos del centro y de la derecha no fueran capaces de trascender fobias y rencores que impidieran una colaboración, que es perfectamente natural, para poner en marcha iniciativas coherentes, necesarias e ideológicamente plausibles, además de útiles para los ciudadanos.

La carcajada. Dice Colau en la presentación del Centro de nuevas masculinidades: “El objetivo es promocionar una imagen mucho más diversa, rica y feliz de posibles masculinidades, generando referentes positivos y alejándose de que los hombres tienen que ser tipos duros”

 
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