División de opiniones en el hervidero de Ferraz

Celebración de la victoria del PSOE en la calle Ferraz en las elecciones generales de 2019.
Celebración de la victoria del PSOE en la calle Ferraz.

Hay quien no se cree eso de completar la legislatura y piensa que Sánchez vuelve a mentir cuando habla de presupuestos dilatados en el tiempo, y que en cuanto considere suficientemente debilitado a Pablo glesias e irreversible la desunión de la derecha, convocará elecciones.

Lo que siempre fue el aparato del partido en Ferraz y que ahora, por decisión de Sánchez, está en parada técnica, sigue brujuleando por los pasillos de la sede y aunque en voz baja, unos pocos de los “de siempre” expresan su opinión sobre lo que está pasando. Las opiniones son muy variadas pero en lo que sí coinciden quienes susurran, es en que Sánchez ha destruido el Partido Socialista y que, cuando se vaya, va a tener que ser reconstruido desde los cimientos. Opinan los más que, desde la vuelta de Sánchez, ya antes de la moción de censura, su idea era instaurar el “sanchismo” y dejar a un lado todos los postulados que siempre habían presidido los despachos de Ferraz.

También hay unanimidad en juzgar como nefasta la acción de gobierno y de desastrosos los pactos y las cesiones a los que se está llegando. En cuanto al porvenir que espera al Partido Socialista de la mano de Sánchez, las opiniones son para todos los gustos. Hay quien no se cree eso de completar la legislatura y piensa que Sánchez vuelve a mentir cuando habla de presupuestos dilatados en el tiempo, que lo hace para despistar a unos y otros y que, en cuanto considere suficientemente debilitado a Pablo Iglesias e irreversible la desunión de la derecha, convocará elecciones.

Hay una opinión muy curiosa sobre las relaciones de Sánchez con Pablo Iglesias: la fuente diferencia entre “dejarle y dejarse”. “Dejarse” significaría que Sánchez se pliega a todo con tal de permanecer en La Moncloa; “dejarle” sería “dar cuerda” a Iglesias para que se ahorque solo y destruir a Podemos, con lo que eso supondría de ganancia para el propio Sánchez.

Tampoco se escapan de la crítica quienes pululan alrededor de Sánchez desde el gobierno o desde las Cortes. Pocas simpatías y menos respeto merecen en Ferraz Lastra y Simancas, a los que se considera insignificantes “mamporreros” de Sánchez, acabado el uno y sin el menor porvenir político la otra. Pero quizás sea Ábalos quien concite más antipatías, no tanto por el fondo de su gestión en el partido, que se atribuye a un simple seguimiento de las órdenes de Sánchez, como por sus formas desabridas y poco consideradas con algunas biografías, incluidas las de varios que “manejaron” en la sombra la vuelta de Sánchez.

A la inmensa mayoría de los ministros, incluido Redondo, se les considera ajenos al socialismo, extraños en el partido y nada más. Son pocos los que opinan, algunos lo hacen y, a pesar de la sordina, se les entiende todo.

 
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