El tinglado de la farsa

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

Con las mentiras de Sánchez y de su entorno, pasa como con los fraudes de Pujol y sus deudas con Hacienda, que prescriben. La diferencia es que las mentiras de Sánchez prescriben apenas salen de su boca y muchos no se acuerdan.

Para sostener, e incluso ampliar, su sarta de mentiras y de falacias, Sánchez necesita que los “agradaores” también mientan y para eso están siempre dispuestos los Marlaska, Ábalos, Lastra y cualquier beneficiado de los que pululan a su alrededor.

Un día, Lastra nos engañará con las negociaciones de la investidura. Otro, Marlaska pretenderá embaucarnos y afirmar que el hecho de que la Guardia Civil salga de Navarra no tiene nada que ver con la investidura y hasta Ábalos -con su media lengua y su habla brumosa, en el fondo y en la forma- intentará colarnos lo del trabajo a destajo de los políticos: “quien quiera vacaciones puede buscarse otra ocupación”.

Pero es igual, qué más da. Y si ahora hubiera nuevas elecciones, seguirían disfrutando de los mismos votantes, porque con las mentiras de Sánchez y de su entorno pasa como con los fraudes de Pujol y sus deudas con Hacienda, que prescriben. La diferencia es que las mentiras de Sánchez prescriben apenas salen de su boca y muchos no se acuerdan.

Los acostumbramientos son malos, pero la realidad es que hay bastantes millones de votantes que se están acostumbrando a las mentiras de Sánchez y hasta votan a favor de la farsa.

Farsa han sido las negociaciones con la Esquerra y los amagos de enfados y de rupturas cuando todo estaba pactado y bien pactado. Farsa los retrasos medidos y hasta las fechas estudiadas.

Farsa la expectación por la salida de los informes de la Abogacía del Estado -la de ahora y no la de antes de que Sánchez acabara con la institución-  informes que se conocían desde hacía tiempo.

Farsa la espera de los dictámenes de la Junta Electoral Central -la de ahora y no la de antes de que Sánchez acabara con la institución- dictámenes seguramente ya supervisados de antemano por los interesados de uno y otro lado.

Farsa la firma y los abrazos con los comunistas de Podemos y hasta la mentirosa negociación con un gobierno que lleva tiempo diseñado.

 

Farsa las caras de asco de los separatistas del PNV cuando todo estaba más que concedido y las prebendas en los bolsillos de los oligarcas  de la derecha vasca.

Y farsa la campaña electoral con promesas incumplidas de antemano por el farsante que peroraba en los mítines.

Hay muchos que tienen puestas sus esperanzas en que Sánchez también haya mentido a sus socios comunistas de gobierno y la cosa dure poco. Pues naturalmente que les ha mentido pero, como ellos también le habrán engañado, están en tablas y en ellas seguirán y mientras, no se despegarán de los sillones del Consejo de Ministros, entre otras razones, porque nunca se han visto en otra.

Y la última farsa, de momento, es la de las fechas fijadas por Batet para la investidura, aprovechando noches de Reyes y Cabalgatas y hasta jornada de Liga.

Solamente le ha faltado a Batet, seguir los trucos de Franco en aquellos primeros de Mayo, cuando, frente a las reivindicaciones de los sindicatos, colocaba a El Cordobés en corrida televisada y a continuación Di Stéfano y Gento hacían de las suyas en partido que también se podía ver en  la pequeña pantalla.

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