¿Qué es lo que Sánchez no entiende del NO del Congreso?

Pedro Sánchez presenta la campaña del PSOE para las elecciones generales de abril de 2019.
Pedro Sánchez presenta la campaña del PSOE para las pasadas elecciones generales.

La ley electoral española es lo que tiene que, con el reparto de votos, no necesariamente el más votado llega a ser el que gobierna y al final, los que deciden son los tan cacareados depositarios de la soberanía nacional o sea, los diputados.

A Pedro Sánchez, en una rueda de prensa con preguntas más o menos pactadas, si alguien se desmanda y le interroga sobre una hipotética y futura dimisión, se le cambia el gesto, se le contrae la mandíbula, apenas disimula su enojo y contesta que él es el candidato más votado.

Bien está eso del candidato más votado, pero la ley electoral española es lo que tiene que, con el reparto de votos, no necesariamente el más votado llega a ser el que gobierna y al final, los que deciden son los tan cacareados depositarios de la soberanía nacional o sea, los diputados.

Así las cosas no es tan descabellado que alguien al que la soberanía popular representada en el Congreso de los diputados, ha dicho que NO quiere que sea el Presidente del Gobierno, se plantee la marcha, se piense una dimisión a tiempo y reflexione sobre su futuro político.

Con independencia de los motivos, dejando a un lado las tácticas y las trampas de unos y otros y obviando la torpeza de nuestros políticos, lo cierto es que la cámara en la que, a decir de los más cursis, reside la soberanía nacional, ha dicho NO a Pedro Sánchez en varias ocasiones.

Lo más claro de todo esto, resulta ser cuando la presidenta del Congreso, cuenta los votos, da las cifras, las cifras arrojan un NO, y Batet se va a la Zarzuela a comunicarle al Rey el resultado negativo de la candidatura.

Y ante eso, una opción, quizás la más sensata, la más honrada y hasta la más consecuente, es que el candidato -tan repetidamente rechazado- desista de sus embelecos políticos, se despida de La Moncloa y no presente su candidatura a unas elecciones provocadas precisamente por ese repetido NO.

Cierto es que pedirle eso a quien ha hecho de un cargo en funciones su “modus vivendi”, a quien se aferra a un sillón al que llegó sin elecciones y a quien se ha encastillado entre el avión presidencial y los viajes internacionales, es mucho pedir, pero en el propio Partido Socialista alguien debería decir a Pedro Sánchez que la dignidad del partido, la suya y la de la política española, requieren un poco más de realismo.

Las repetidas veces del NO en el Congreso, estulticia general aparte, demuestran que ni los separatistas, ni los amigos de la ETA, ni los comunistas, ni el centro, ni la derecha, quieren a Sánchez en La Moncloa.

 

Y como dijo “aquel”, NO, ES NO.

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