Una semana de psiquiatra: esquizofrenia del gobierno, confesiones personales de Montilla, megalomanía de Mas y biografías inoportunas

Una semana de diván de psiquiatra. Dan ganas de preguntar eso de “quién es el último”. El último, de momento, ha sido Montilla que nos ha obsequiado con un discurso de investidura para Presidente de la Generalidad de Cataluña que más parecía una confesión de esas de terapia de grupo.

Nos ha contado el flamante “Molt Honorable”, que es transparente, que no es risueño, que no promete, que sabe organizar y no nos ha explicado cómo hace de bien las camas o cómo pasa el aspirador en su casa porque no tenía demasiado tiempo y algo había que decir sobre lo que piensa hacer en Cataluña.

Claro que algo así, tan opaco, no iba a levantar pasiones de entusiasmo y las muestras de adhesión han sido “perfectamente descriptibles”. 

Los separatistas y compañeros mártires del sofá de tres plazas -que han dado en llamar “tripartito”- están callados de puertas para afuera, pero de puertas para adentro dicen de todo. No empezamos bien si no hablamos del catalán, de la nación y del cava del Penedés. Bueno, todo se andará.

Tampoco el nacionalista y casi imperialista Artur Mas está muy satisfecho. Por aquello de que “Cataluña es más que una autonomía” le ha parecido que el discurso se ha quedado cortito de catalanismo, de nacionalismo, de butifarra y de barretinas. Pero para eso está él y , si sale en el segundo tiempo –que puede salir-, nos vamos a enterar los del Ebro para abajo.

Sólo a los Populares de Piqué el discurso les ha parecido “correcto”. Y eso que estos no van salir ni siquiera en el descanso de “majorettes” a bailar con los pompones.

Y el Gobierno, esquizofrénico. Es decir, con un síndrome de doble personalidad. O, si lo prefieren ustedes, como “La Parrala”. Que la ETA sí, que la ETA no... Que hay proceso de paz, que se interrumpe, que sigue adelante,... y mientras Rodríguez Zapatero afirma eso de que el siglo XXI es el siglo de la paz y deja a Godoy en pañales, Rubalcaba se enzarza con el “invisible” Sarkozy por un quítame allá ese etarra de más o de menos.

Ahora el problema es que no sabemos si los terroristas son 516 o 516 y medio, o 516 y tres cuartos. Pero es lo mismo mientras estemos en pleno siglo de la paz.

Tampoco importa mucho que se diga que hay un debate interno en la ETA y que “Ternera” no las tiene todas consigo. Porque el proceso sigue adelante. ¿Algún especialista sabe por dónde anda el título de Príncipe de la Paz que se le escurrió de entre las sienes a don Manuel Godoy por las huertas de Aranjuez?

 

Imaz se va de la lengua y dice eso tan rotundo de que “hay más acercamientos de los que han salido a la luz”. Si seguimos así, un miércoles de estos, en la sesión de control al Gobierno, Mariano Rajoy le va a preguntar a la Vicepresidenta De la Vega eso tan comprometido de “¿cuántas veces?”.

Claro que nuestros diputados ya han conseguido 900 euros para peajes en las carreteras. Frente a eso, la subida –no es broma- de la bajada de bandera de los taxistas de Madrid suena a una simple propina.

Ahora se explica por qué los Ministros venden tan caras sus comparecencias de los miércoles: es que todavía no habían recibido los 900 euros. Pero ya verán ustedes cómo en cuanto Marín se meta la mano en el bolsillo y afloje la pasta, que diría un castizo, se llena el banco azul.

El CIS echa su cuarto a espadas y ni quita ni pone rey pero ayuda a su señor. Curioso esto de las encuestas y más curiosa aún la manera en la que las manosean los políticos. Talmente parecen sacamuelas de feria. ¡Ni 5, ni 4, ni 3, ni 2 puntos, un sólo punto de diferencia en las encuestas! Y se ponen tan contentos.

Y es que toda España es una enorme carpa que alberga campañas electorales, como las que van a poner a las puertas del Bernabéu ahora que el Presidente Calderón amenaza con nuevas elecciones en el club blanco.

A veces en esas campaña irrumpe alguna biografía. Y nunca sabremos el porqué de la irrupción, ni si esa entrada en escena estaba en el libreto y ni siquiera nos dirán si era oportuna o inoportuna.. A lo mejor los que lo saben son Miguel Sebastián y Rafael Simancas.

Y es lo que dicen en algunos despachos de Génova: éramos pocos y Aguirre y Gallardón se ponen a parir.

Los únicos que mantienen la compostura en el diván del psiquiatra son los fiscales, que ahora van a ir por las “herriko tabernas” preguntando: “oiga, ¿está la ETA?”. Y cuando les contesten eso de “ni está ni se la espera”, se van tan contentos y permiten que sigan las “actividades hosteleras”. Que ya es permitir. Y, claro, luego Rosa Díez habla de obscenidades con toda la razón.

Y ya en el colmo de la sesión psiquiátrica, la foto de Moratinos doblando el espinazo y “besando la sagrada púrpura” del Cardenal Tarsicio Berttone.

Y es que lo que no consiga un gallego como Paco Vázquez no lo consigue ni el psiquiatra de Pepe Blanco.

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