Los expertos

Tenemos un Gobierno de expertos. Que nadie se alarme, que nadie se haga ilusiones. Quiero decir que tenemos un Gobierno y unos políticos que recurren constantemente a las comisiones de expertos, unas comisiones que se sitúan entre la coartada y la impericia. Es como si alguien no se atreviera a hacer una cosa o a llevar a cabo una acción de gobierno y quisiera contar con el apoyo y el respaldo de alguien de peso, pues se designa una comisión de expertos y ya está. Pero también huele a que ese alguien no sabe muy bien qué hacer en una determinada situación o qué decisión tomar en un tema concreto y le encarga un informe a una comisión de expertos por si se le ocurre algo y entretanto se va ganando tiempo. “¿Qué opina usted sobre...?” “Lo siento, no puedo decir nada, está en estudio en la comisión de expertos” “¿Le parece bien que se haga...?” “Le remito a la comisión de expertos” “¿Va el Gobierno a...?” “Esperaremos a lo que diga la comisión de expertos” Es un buen truco, no compromete a nada, no exige rectificación inmediata y sobre todo ofrece una tregua en la que se puede pensar alo al respecto. Comisiones para todo: Para arreglar la radiotelevisión pública, para el lío de los archivos, para las obras del Museo de El Prado, para remodelar la calle Serrano, para fichar al entrenador brasileño del Real Madrid, para la decoración navideña, para las felicitaciones laicas de los Ministros. Comisiones de expertos que, a su vez, deberían ser nombradas por otra comisión de expertos, porque hay casos en los que la condición de experto, a muchos de los componentes, ni siquiera se les supone Pero enseguida se les ve el plumero, a los comisionados y a los “comisionantes”. Las comisiones suelen estar hechas a la medida de los deseos de quienes las nombran y sus dictámenes huelen excesivamente a dictados, con lo que la credibilidad y el prestigio de las comisiones está dejando mucho que desear y los expertos comienzan a sufrir en sus carnes las críticas que tendrían que soportar quienes les designaron para las respectivas comisiones. Llegará un momento en el que no será fácil escudarse tras de una comisión y entonces más de uno se va a quedar con el trasero al aire ante la opinión pública y lo que sonaba a asesoramiento de expertos, a liberalidad, a talante de diálogo e incluso a ganas de hacer las cosas bien se va a quedar en lo que es en realidad: una farsa.

 
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