Un país gobernado por un hombre presa del desconcierto, el pánico político y rehén de sí mismo

ETA ha hecho de Zapatero ese hombre –antes que político- al que una banda terrorista le ha desecho de un bombazo un castillo de naipes que no existía más que en su imaginación.

La tragedia para España y para los españoles es que ese individuo que deambula por la política como un boxeador “sonado” es el Presidente del Gobierno. Y al mismo tiempo una banda terrorista sigue acumulando materiales para bombas y tiene esas bombas preparadas o provoca que se desaloje el aeropuerto de Bilbao y monta un homenaje a sus correligionarios presos.

Por muy altisonantes que puedan ser las declaraciones de ese hombre y por mucha entereza que quiera mostrar e incluso aunque se quiera revestir de “toda la legitimidad democrática” que le dieron los españoles en las urnas, lo cierto es que el desconcierto lo ha sembrado la ETA. Perplejidad que encontramos en el amasijo de hierros retorcidos en el que está convertido el aparcamiento de Barajas y en la cabeza de quien en estos momentos –precisamente por el mandato de la democracia- está al frente de la política española.

Ni quienes creían poco o nada, en la capacidad de Rodríguez Zapatero, podían esperar el marco en el que ahora se mueve un ser humano aplastado por sus propios errores y sin querer reconocerlos y rectificar. Pensaban que, en el peor de los casos, Rodríguez Zapatero era rehén de la ETA y se han encontrado con un ser humano que es rehén de sí mismo.

Y así ha transcurrido la semana en la que lo de menos son las vacaciones de Doñana, las contradicciones de Rubalcaba, las declaraciones claras y rotundas de José Bono, el silencio de los barones del PSOE, la callada de la Vicepresidenta Fernández de la Vega o el intento de José Blanco de vendernos a los españoles el Gobierno de España cuando muy pocas horas antes nos vendía el Gobierno el Partido Socialista.

Ahora -un ahora- muy matizado, pretenden los dirigentes socialistas que todo el espectro político cierre filas en torno al Gobierno de España. Ahora parece que ha llegado el momento de ir todos a una.Ahora se pide árnica a fuerzas políticas con las que hace muy pocas horas ni se contaba y se intentaba su aislamiento. Bien está porque la situación va a requerir del apoyo de todos, pero hay cosas que no van a ser fáciles de recomponer.

Llamazares – a quien ahora ha entrado la fiebre legalista- y habla sin pudor de mantener el acoso y la presión policial y judicial, aboga por un nuevo pacto sin mirar al pasado y mirando al futuro. La idea no es mala, pero habrá que esperar, a ver qué dicen los partidos vascos incluida la izquierda del propio Llamazares o el Partido Socialista de Euskadi que apenas se acababa de levantar de la mesa de negociaciones cuando sonaba el ruido de bombas en Barajas

Y es Rubalcaba -¡vaya papelón!- quien ha pasado, sin solución de continuidad, del zulo para guardar cosas a la ruptura del proceso, mientras escucha estoico cómo los cuerpos de seguridad afirman rotundamente que sus informes hablaban de lo que ha ocurrido y de que esos informes tenían que estar encima de la mesa del ministro del Interior.

Demasiado desconcierto y demasiados días sin que los españoles sepan a qué atenerse aunque Zapatero hablara desde Barajas y dijera esa falacia de a los pocos días. Cinco días son muchos días para un Presidente del Gobierno y muchos más para comparecer y no decir nada por mucho que este hombre desconcertado intentara componer un gesto de resolución y dureza.

 

En muchos oídos pueden resonar frases como el queremos sabermientras un ministro del Interior se refugia en la discreción y en las responsabilidades técnicas de la policía para que no sepamos.

Y desconcierto en la ETA dónde no se sabe qué papel pueden jugar los batasunos, qué papel va a desempeñar Otegi, el segundo gran fracasado junto con Zapatero, y si las voces llegan de Ternera o de Txeroki. Y, aunque el resultado sea igualmente trágico- tanto si hay una sola ETA como si hay veinte, tanto si hay unanimidad entre los terroristas o hay discrepancias- tampoco estaría de más que alguien se enterara de qué está pasando en el interior de la banda terrorista y, si se entera, que se lo comunique a los españoles que quieren saber.

Una semana trágica con cadáveres camino de Ecuador y con cuerpos entre los escombros y con un hombre desconcertado y preso de sus propias alucinaciones al frente del Gobierno de España.

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