Los chicos del Preu

Pablo Casado y Albert Rivera.
Pablo Casado y Albert Rivera.

El espectáculo que están dando Casado y Rivera, ya sea por inmadurez, por soberbia o por intereses personales, es poco edificante y está cargándose una derecha que podría llegar a ser medianamente fuerte.

Aquella película de finales de los 60 dirigida por Pedro Lazaga y con Emilio Gutiérrez Caba, María José Goyanes y hasta con Karina y Camilo Sesto, sirve muy bien para parodiar, lo más seriamente posible, lo que está pasando entre el Partido Popular y Ciudadanos, en su lucha por llegar a las elecciones lo más destacados posible frente al teórico rival de la derecha.

Las propuestas de coaliciones preelectorales o tras los comicios, que podrían ser parte de una solución para una derecha demasiado fragmentada, se quedan en nada o en algo risible, ante los argumentos de ambos líderes, con sus ironías poco felices y sus alusiones –más o menos ingeniosas- a futuros nombramientos de uno a otro.

El espectáculo que están dando Pablo Casado y Albert Rivera, ya sea por inmadurez, por soberbia, por cálculo electoral o simplemente por intereses personales, es poco edificante, dice muy poco de ambos líderes y está cargándose una derecha que podría llegar a las elecciones con algo más de fuerza.

Las bromas y los hallazgos dialécticos, de no muy buena factura, es posible que encubran la falta de proyecto, por no decir de ideología, que viene caracterizando a la derecha española desde hace demasiado tiempo; porque tanto el pretendido modernismo del actual Partido Popular como el liberalismo centrado de Ciudadanos se van quedando en nada a medida que avanza la campaña y sus líderes, parece que ya han dicho todo lo que tenían que decir que no es mucho.

Aducir como única ambición política la de sacar a Pedro Sánchez de la Presidencia del Gobierno, además de escasito de miras, es un objetivo demasiado parecido al que propuso el propio Sánchez en la moción de censura con la que se llevó por delante a Mariano Rajoy.

Y adobar esa escasez con bromas y frasecillas, es poco para lo que necesita España, que es mucho más que sacar a Sánchez de La Moncloa aunque esa salida sea una manera de empezar la tarea.

Aquello de “Juventud divino tesoro” de Rubén Darío, en el caso de Rivera y de Casado, es algo más que dudoso.

 
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