Luís Enrique ministro, subito

Luis Enrique.
Luis Enrique.

Por méritos y curriculum, puede codearse con cualquiera de los que ahora son ministros. Además su talante, su forma de actuar y sus aciertos soñados y de futuro, encajan perfectamente con el estilo y la manera de comportarse y hasta con los proyectos y los sueños venideros de los ministros de Sánchez. Incluida su fobia enfermiza y rencorosa por todo lo que suene a Madrid.

Ahora que tanto se habla de una posible crisis de gobierno y que Sánchez quiere tomar aire cesando a unos pocos ministros y colocando a otros, es el momento ideal para que Luís Enrique sea nombrado para cualquier cartera, da lo mismo.

A la vista de quienes se sientan en el banco azul y de que, es un decir, Hernández es concejal del Ayuntamiento de Madrid, el seleccionador nacional de fútbol no desentonaría lo más mínimo.

Por méritos y curriculum, puede codearse con cualquiera de los que ahora son ministros. Está libre de polvo y paja en lo político y no tiene el lastre de másteres “chungos” ni de tesis fusiladas. Ni siquiera ha hecho declaraciones recientes sobre la imposibilidad e ilegalidad de indultar políticos.

Además su talante, su forma de actuar y sus aciertos  soñados y de futuro, encajan perfectamente con el estilo y la manera de comportarse y hasta con los proyectos y los sueños venideros de los ministros de Sánchez. Incluida su fobia enfermiza y rencorosa por todo lo que suene a Madrid.

O sea que podría llegar a 2050 sin esfuerzo alguno.

Su histórica victoria por cinco a cero frente a Eslovaquia -una de las potencias también históricas del fútbol mundial y su pase a octavos de final tras haberse batido contra el grupo quizás más fuerte y potente de la historia (todo es histórico) de las competiciones internacionales- avalan sobradamente su nombramiento para un Gobierno, también histórico en la historia de España (todo sigue siendo histórico).

Por si fuera poco, como cualquiera de los ministros de Sánchez, exhibe un aire de dictadorzuelo barato… ¿quién manda aquí? pues eso; tiene permanentemente cara de malhumor y el ceño fruncido de perdonavidas chuleta; contesta desabridamente en las ruedas de prensa; jamás se equivoca y calza unas espectaculares gafas de sol tipo Falcon que esconden unos ojillos de pícaro de monipodio mientras cobra primas.

Es una mezcla muy aprovechada de Calvo y Ábalos, entreverada de Garzón y es lo suficientemente listillo como para asumir el ridículo al más puro estilo Darias o González o las Montero.

 

El candidato perfecto, para ser ministro…aunque sea de Marina.

La carcajada. Dice Iceta a propósito de los indultos: “Yo entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, elijo siempre el Nuevo, el del perdón”

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