Ni moriles, ni Montilla

Hace años había un anuncio de vinos que decía: "La elección es bien sencilla, o moriles o montilla". Dos tipos de vinos andaluces de gran calidad que hacen las delicias de los expertos en un buen aperitivo.

Ahora, el dilema de Rodríguez Zapatero es "ni moriles ni montilla". A los dos, al moriles andaluz de Chaves y al Montilla catalán de Maragall les ha proporcionado un inmisericorde rejonazo Juan Carlos Rodríguez Ibarra desde su querida Extremadura, a la que defiende con uñas y dientes de la asimetría autonómica que se nos viene encima a pasos agigantados.

Con metáforas nada caritativas de señoritos y juergas, palmeros y vinos, Rodríguez Ibarra se ha despachado a gusto y ha sacudido a derechas, a izquierdas, arriba y  abajo. Lleva toda la razón. Lo mismo Francisco Vázquez. El alcalde de La Coruña ha dado toda una lección de historia de España afirmando que los valles euskaldunes eran señoríos y Cataluña un Principado del Reino de Aragón; o sea, que todos más o menos y por el mismo rasero.

Todo lo cual ha servido para que se hable de las diferencias y los problemas dentro del Partido Socialista, y debe  de ser verdad a juzgar por lo que unos y otros dicen. Porque si Rodríguez Ibarra habla de palmeros, Montilla califica al Presidente de Extremadura de cómico en el sentido más peyorativo de la palabra, y Chaves le explica, en términos nada amistosos, lo que es el flamenco y lo que supone para la cultura andaluza. Bien está y allá ellos y sus militantes.

El problema viene cuando ese partido está en el Gobierno y en ese Gobierno o no se tienen ideas o las que se tienen no son muy claras sobre qué hacer con las autonomías históricas, no históricas o mediopensionistas.

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Ya es raro que al cabo de los años siempre estemos cuestionándonos la estructura de España, pero lo peor es cuando, además de cuestionar, hay poco más debajo de la cuestión o esa cuestión es totalmente artificial, ajena a los intereses de la inmensa mayoría de los españoles y, por añadidura, a esa inmensa mayoría le trae sin cuidado todo lo que se discute entre los políticos.

Como decía mi abuela: hijitos, ya es hora de sentar la cabeza.