Ni siquiera hace relojes

Hay que ser muy tonto para montar un aquelarre de partidos, de representantes de esos partidos y de portavoces y, en una nota conjunta, solicitar de la Cámara no se sabe muy bien qué acciones, para restaurar la concordia y las buenas maneras en las ruedas de prensa.

Esa frase tan manida de que “el más tonto hace relojes”, falla con algún político, diputado él, del que se ignora cualquier destreza que se salga de lo chulesco, lo insultón y la amenaza, con y sin libertad para preguntar. 

Y es que hay algún tonto incapaz de hacer relojes.

Ahora está de moda el rifirrafe del político al uso, diputado él, con las “burbujas mediáticas de extrema derecha”. Surgen las voces que claman contra algo que va contra la libertad de prensa, la libertad de expresión, la libertad de opinión y, por supuesto, la libertad de los periodistas para preguntar lo que quieran a quienes viven del dinero de todos.

Y vuelven las alusiones a la censura, a la que tan afectas son algunas ideologías separatistas de izquierdas y hasta se apunta a los tics totalitarios de algún político, diputado él, que no se caracteriza por las buenas maneras y la urbanidad parlamentaria.

Y todo eso es verdad. Pero lo que es una axioma es que hay que ser muy tonto para montar un aquelarre de partidos, de representantes de esos partidos y de portavoces  y, en una nota conjunta, solicitar de la Cámara no se sabe muy bien qué acciones, para restaurar la concordia y las buenas maneras en las ruedas de prensa.

Se quedará corto todo lo que se pueda decir sobre la reaparición de la censura, de los métodos dictatoriales, de la mordaza aplicada a los periodistas y hasta de la falta de respuesta de un colectivo que debería ser más sensible sino fuera porque está demasiado polarizado y demasiado “apesebrado”.

Pero lo realmente preocupante es que algún político, diputado él, corrobora las sospechas que circulaban sobre su cortedad de ideas, su indigencia de neuronas y su pobreza dialéctica. Porque los entusiasmos separatistas, los frenesís de izquierdas y hasta los desplantes chulescos, son adquiridos, pero el ser tonto viene de fábrica y es un  accesorio de adquisición obligatoria como los intermitentes de un coche.

Se diga lo que se diga hay tontos que ni siquiera son capaces de hacer relojes, por mucho que se les preste ropaje de políticos espabilados, maquiavélicos y peligrosos.

 

Claro que nunca se llega a una tontería tal que el político, diputado él, no se espabile a la hora de cobrar sueldos, dietas y “mamandurriear, viajes y despachos y hoteles y hasta “nuevas tecnologías” con cargo a los presupuestos generales, esos que se negocian bajo amenazas y chantajes.

La carcajada: Dice Rufián a propósito de los doblajes en las plataformas: “Si es cierta la información surgida, ERC no apoyaría esta ley. Todos los escenarios están abiertos; también el Senado en cuanto a los presupuestos se refiere”.

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