El nieto póstumo de Rainiero

El fallecido Rainiero de Mónaco ha tenido un nieto póstumo. Alberto nos ha sacado de dudas -haberlas las había- y ha reconocido que fruto de sus relaciones con una azafata nació un niño mulato que ahora tiene 22 meses.

Apenas sin tiempo para saborear su recién estrenada paternidad, Alberto voló a Singapur, se enfundó el uniforme olímpico, se sentó en su escaño de votante y, muy serio, nos preguntó a los españoles que cómo andábamos de terrorismo y qué tal de hoteles. Todo un ejemplo de desvelos por la buena marcha del espíritu olímpico.

El nieto póstumo ha venido con un pan debajo del brazo, mejor dicho con una barrette en la axila - a los franceses lo que es de los franceses- porque es de suponer que el flamante papá antes de irse a Singapur pasaría la gorra por París, que lo del Casino da para lo que da y son muchas bocas a mantener y más ahora que la familia ha crecido.

Un par de preguntas llenas de bilis y de mala baba que nunca sabremos el efecto que produjeron a esas alturas del debate para designar a la ciudad que organizara los juegos, pero que sorprendieron  a la concurrencia y pillaron con el paso cambiado a nuestros representantes.

Con su barrette se lo coma el nieto póstumo de Rainiero -con sus muchas barrettes-  porque es de suponer que el recién estrenado papá pasaría -también en Singapur- la gorra con el escudo de los Grimaldi, aunque tratándose de esta dinastía igual en vez de gorra lo que llevan es un pañuelo a la cabeza, un parche en un ojo, una pata de palo y un garfio en la mano izquierda.

 
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