Del peripatetismo con Biden a los arrumacos con Scholz

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Sánchez mantiene nuestra política internacional en una situación a todas luces precaria -por no decir mendicante- de paseos ridículos, de sonrisas vacías en las reuniones, de encuentros pordioseros  y de ministros, parece que poco dotados para los asuntos exteriores.

Un amigo mío se muestra preocupado por la falta de interés de los medios de comunicación hacia lo que siempre se ha llamado información internacional. Más concretamente se queja de tanta cifra y tanta estadística ininteligible sobre la pandemia e incluso sobre lo económico, y lo poco que se informa sobre lo que sucede en Hungría, en Polonia y no digamos en Ucrania, por poner un ejemplo, a pesar de los magníficos corresponsales que muchos medios tienen.

Mi amigo no deja de tener razón cuando añora el relieve que a la información internacional se daba en la mayoría de los antiguos periódicos algunos de los cuales ya han desaparecido.

A esa posible desinformación, que mi amigo critica, contribuye evidentemente la situación en la que Sánchez mantiene nuestra política internacional. Una situación a todas luces precaria por no decir mendicante, de sonrisas vacías en las reuniones, de paseos ridículos, de encuentros pordioseros y de ministros, parece que poco dotados para los asuntos exteriores.

Desde el ridículo encuentro con Biden, todos son intentonas. Ahora le toca el turno al nuevo canciller alemán. Pero en el mundo actual eso de las afinidades ideológicas ya no sirve ni siquiera para la suma de votos en el Parlamento Europeo. Aparte de que la socialdemocracia de Scholtz, tiene poco que ver con el social-comunismo de Sánchez, antes que cualquier alianza de una supuesta izquierda europea priman los intereses.  

Lo ocurrido con la “discusión” en verde sobre los asuntos energéticos es una buena prueba de por dónde van las políticas de cada país.

Ahora que los ingleses se han marchado, la “pinza” que preocupa -¡quién nos lo iba a decir!- es la que pueden formar Italia y Francia y por eso es el momento de hacer cucamonas a los alemanes a ver si suena la flauta.

Por eso no interesa demasiado a Sánchez la información internacional. En Estados Unidos tiene poco que hacer, en Sudamérica lleva colgados de la chepa a los dictadores amigos de algunos de sus ministros y en Europa no le hacen ni caso.

Y como muchos medios -en las pretendidas ruedas de prensa se ve- bailan al son que tocan en Moncloa, la información internacional se toca con sordina y en la mayoría de los casos se informa superficialmente y se opina poco.

 

Y una vez más -¿hasta cuándo?- el coronavirus lo llena todo, lo abarca todo y hasta lo tapa todo, con un silencio muchas veces demasiado ruidoso, salvo el vocerío incalificable de Garzón, animando los mercados internacionales con productos españoles.

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