En política, sí vale todo

Vale el insulto, la legislación fallida, las explicaciones inexistentes, el “manoseo” de las instituciones, los ataques a la Constitución, el robo, la malversación y la corrupción generalizada en el manejo de los dineros públicos, el nepotismo, el amiguismo y la “venta” de puestos y prebendas y vale ocultar a los ciudadanos los propósitos de determinadas formaciones que gobiernan, o que se proponen gobernar, con tal de conseguir mantenerse o llegar al poder.

El “no todo vale en política” es una de esas frases huecas, tontas, con poco sentido y carente de puesta en práctica, que gustan de pronunciar campanudamente los políticos cuando se ven en algún tipo de apuros, para defenderse de acusaciones que, más o menos fundadas, se vierten contra ellos.

Pero la realidad y el día a día, demuestran todo lo contrario. En política, en la actual política española sí que vale todo, siempre y cuando sirva para atacar al enemigo político (que eso de adversario es otra gran mentira) y tratar de quitarle de en medio.

Vale el insulto, vale la legislación fallida, valen las explicaciones inexistentes, vale el “manoseo” indecente de las instituciones, vale el ataque a la Constitución, vale el robo manifiesto, vale la malversación tolerada y vale la corrupción generalizada en el manejo de los dineros públicos, vale el nepotismo, vale el amiguismo y vale la “venta” de puestos y prebendas y vale ocultar a los ciudadanos los propósitos de determinadas formaciones que gobiernan o se proponen gobernar con tal de conseguir mantenerse o llegar al poder.

Decía Joseph Ratzinger que hay épocas y momentos de la humanidad,  en  los que “lo útil ocupa el lugar de lo bueno y el poder ocupa el lugar del derecho”.

Podría suponerse que el “vale todo”  se tolera en épocas electorales pero- con independencia de que en España los políticos en el gobierno o en la oposición siempre están en campaña y no mueven un solo dedo que no esté dirigido a la consecución de votos o a la menor pérdida posible de sufragios- lo cierto es que el “vale todo” se practica con profusión en cualquier momento y con ocasión o sin ella.

Y como siempre el interés de los ciudadanos y eso tan lejano que es el bien común, se deja de lado. Se habla, se gobierna y se hace oposición en contra de “los otros”, para perjudicar a “los otros” y para restar fuerza electoral, crédito y prestigio a “los otros”.

Naturalmente, en el fondo y en la superficie, lo que subyace son intereses personales, situaciones privilegiadas, sueldos, cargos y poder por cortoplacista que sea. 

Como dice mi portero “tu ponme dónde halla” (halla de haber) que ya me encargaré yo de hacer cambiar de sitio lo que halla.

 

Y para estar dónde hay y para poder llevar al bolsillo lo que hay -y no solamente son euros- hay que hacer todo lo posible por perjudicar al de enfrente y en ese perjudicar todo lo que se pueda, reside la gran mentira de los que dicen eso de “en política no todo vale”.

En política puede ser que no todo valga, pero para llevarse lo que se pueda y más, vaya si vale.

Y a la vista está.

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