Que no, que no merece la pena

El Rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, - Antonio Gutiérrez - Europa Press
El Rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, - Antonio Gutiérrez - Europa Press

 Nadie sabe si se irá o no se irá. Pero lo que es seguro es que cuando se vaya -este lunes o cualquier otro lunes- Sánchez se va a ir de mala manera. Mal en las formas y mal en el fondo. Las formas son las de las manos en los bolsillos de los pantalones del chaqué para recibir al Rey. El fondo es la herencia de un país con la unidad perdida, en manos de herederos del terrorismo, de fugados y de un comunismo rancio y cursi que le han servido para llegar al poder y para mantenerse en él.

Por la misma razón por la que nadie cree a Sánchez, nadie puede saber lo que el lunes contará Sánchez a los españoles, en el cuento ese del conato de intento de atentado de amenaza de amago de anuncio o de aviso. Incluso hay quienes dudan de que la firma, con que se rubrica la carta, sea verdadera.

Lo que sí es cierto es que Sánchez es el gran fracasado. Su gestión al frente del Gobierno es un puro fiasco en lo político, en lo social, en lo económico y en lo internacional, por lo que no sería de extrañar que aprovechara la posibilidad que le ofrece el asunto de Gómez, para irse enfadado, no solamente del presunto lío de la corrupción familiar sino también del fracaso rotundo como presidente.

Lo primero que hay que señalar es que el asunto Gómez, no es tal. Se trata del asunto Sánchez porque parece imposible que Gómez sea algo más que una interpuesta y un testaferro de los presuntos tejemanejes de Sánchez.

Nadie sabe si se irá o no se irá. Pero lo que es seguro es que cuando se vaya, este lunes o cualquier otro lunes, Sánchez se va a ir de mala manera. Mal en las formas y mal en el fondo. Las formas son las de las manos en los bolsillos de los pantalones del chaqué para recibir al Rey. El fondo es la herencia de un país con la unidad perdida, en manos de herederos del terrorismo, de fugados separatistas y de un comunismo rancio y cursi que le han servido para llegar al poder y para mantenerse en él.

Primera posibilidad: Si no dimite, la jugada será evidente. De momento ha paralizado, ante la opinión pública, las acusaciones, las investigaciones y hasta las comisiones parlamentarias. La España de hoy es una España roma, sin rumbo, en la que lo más importante es la carta de la nada, de alguien que es la nada y que anuncia la nada durante cinco días, salvo las convocatorias para rogarle, en masa, que no dimita.

Segunda posibilidad: dimite y se va enfadado y ofendido, no por haber fracasado, sino por haber sufrido acosos sin número y sin cuento absolutamente injustos, porque ha reflexionado que no vale la pena seguir ante tanta injusticia y tanto sufrimiento.

Tercera posibilidad: dimite pero vuelve y lo hace no con el coche de cuando le defenestraron en Ferraz, sino  con  el libro de la resiliencia bajo el brazo y habiendo dado una muestra de que el puesto no le importa y de que no tiene el menor apego al cargo.

Cuarta posibilidad: no dimite y se somete a una moción de confianza que de antemano tendrá pactada y consensuada y, por supuesto, vendida a los mejores postores de las elecciones catalanas, del País Vasco y del comunismo inexistente, pero incordiando desde una taberna de  Lavapiés.

 

Quinta posibilidad: todo se queda como está a la espera de lo que pase en Cataluña pero con una imagen pretendidamente reforzada, con un personaje cada vez más chantajeado por los que le tienen agarrado por los escaños.

No se sabe qué hará ni que dirá, pero Sánchez está en muy mala situación y en un callejón sin salida, no solamente por lo de Gómez o sea por lo de Sánchez, sino principalmente por sus coaliciones, por sus cesiones y por su fracaso político.

En cuanto al detonante, hay que decir que menos cartas y más explicaciones. Si las acusaciones de corrupción son ciertas que dimita y que afronte las responsabilidades a que hubiere lugar. Si son falsas, que lo demuestre e inmediatamente denuncie ante los tribunales a los calumniadores.

A Sánchez se le han ido de las manos el partido, el Gobierno, las coaliciones y hasta las cesiones a los que le hacen chantaje y, por supuesto, lo que presuntamente haya hecho por persona interpuesta.

Sánchez está recogiendo lo que ha sembrado. 

Plantear la posible dimisión por las acusaciones de última hora, es simplemente una coartada para salir de la encrucijada en la que está perdido y sin rumbo.

La carcajada… La salida en tromba de los beneficiados y los beneficiarios de Sánchez, a defender a Sánchez, al grito tan original de López (pero Pedro ¿tú sabes lo que es una nación?) “no pasarán”.

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