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Las recientes sentencias -o lo que sean- del Tribunal Constitucional, parece (sólo parece) que dejan malparados al Gobierno, al Congreso de los Diputados y a todos los diputados y partidos que dijeron sí, a los desmanes jurídicos que se cometieron durante la pandemia.

Lo que sucede, es que no “passssa nada” (que diría el maestro Antonio Burgos) y si las sentencias (o lo que sean) del Tribunal Constitucional no sirven para nada, se pude concluir que el que no sirve para nada es el propio Tribunal.

Un español consciente y lleno de curiosidad se acerca respetuoso a la Constitución y en el Título IX, artículos 59 y siguientes, encuentra una detallada definición de la naturaleza del Tribunal de marras, de sus funciones, de la fuerza de sus resoluciones y del alcance de sus consecuencias,  y de su composición.  

Después repasa los medios de comunicación -que le han anunciado a bombo y platillo las sentencias en las que se declaran inconstitucionales los estados de alarma y eso de la cogobernanza- en busca de las consecuencias de tan graves resoluciones y el más absoluto vacío rodea la existencia de esos efectos que serían de esperar. 

Las recientes sentencias -o lo que sean- del Tribunal Constitucional, parece (sólo parece) que dejan malparados al Gobierno, al Congreso de los Diputados y a todos los diputados y partidos que dijeron sí, a los desmanes jurídicos que se cometieron durante la pandemia.

Los estados de alarma decretados por Sánchez, los “síes” de los diputados, la cogobernanza que tanto regocijó a los políticos autonómicos y el cerrojazo de Batet (o sea de Sánchez) al Poder Legislativo, resultó que iban contra la Constitución.

Estados de alarma y cerrojazo, que sirvieron para que Sánchez, con la desfachatez que le caracteriza, aprovechara para colar -entre otros “contrabandos” políticos e ideológicos- leyes como la de la eutanasia o la de educación.

Estados de alarma y cerrojazo que permitieron a Sánchez gobernar durante meses sin el menor control ejerciendo de hecho, que no de derecho, una dictadura total.
¿Consecuencias? ninguna. 

Lo bueno es que nunca está de más descubrir el borreguismo sonrojante de la mayoría de aquellos que se apoltronan en los partidos políticos y que dicen ser depositarios y representantes de la Soberanía Nacional, como tampoco estará de más, constatar la inutilidad de uno de los tribunales más rimbombantes que tienen cabida entre los artículos de la Constitución española. 

 

La carcajada: Dice Illa: “La coalición PSOE-Unidas Podemos, consiguió mantener la credibilidad durante toda la gestión de la pandemia”

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