De la sensatez al consenso

Mariano Rajoy ha hecho, con relación a la retirada de la llamada ley del aborto, dos afirmaciones basadas en dos palabras. Dice que ha tomado una decisión sensata y que lo ha hecho porque, en relación a esa ley, no había consenso. De la sensatez al consenso. De lo que hay que deducir, que el consenso para legislar es algo sensato.

Lógicamente los ‘palmeros’ del presidente del Gobierno - tenerlos los tiene, léase Soraya Sáez de Santa María, Hernando, la ministra Báñez, que se comió el ‘marrón’ en el Congreso- salieron inmediatamente a glosar esos conceptos y, tras jurar por lo más sagrado que en la decisión no habían tenido nada que ver las encestas ‘arriolescas’, explicaron eso del consenso.

Lo que pasa es que, o las explicaciones de lo que se ha hecho no son fáciles, o que lo hacen muy  mal, porque no han convencido demasiado.

Por lo que a la sensatez respecta, habrá que concluir que la decisión del Consejo de Ministros que, en su día, aprobó lo que presentaba Ruíz Galardón, fue una insensatez y por lo que se refiere al consenso, sería prolijo enumerar las leyes que se han aprobado a base de la mayorías absolutas y en cuya tramitación el consenso ha brillado por su ausencia.

Dice Rajoy que no se puede aprobar una ley sin consenso, porque al minuto de estar en el poder, habrá quienes la deroguen. Aparte de que él, de momento y ha pasado más de un minuto desde que obtuvo mayoría absoluta, no ha tocado la ‘ley Aído’, ya se advierte que en la hipotética reforma de esa ley, no será negociable el artículo en el que se autoriza a menores a abortar sin que sus padres se enteren. Si ese extremo no es negociable, no se sabe muy bien de qué consenso se habla.

Quienes de momento están encantados con lo del consenso –se lo van a restregar a Rajoy a las primeras de cambio- son los partidos de la oposición que ya se frotan las manos, es de suponer que ayunos de sinceridad, con lo que quieren que sea un nuevo talente en el Partido Popular.

En cualquier caso, desde antes del verano cuando ya se sabía que la ley no pasaba, podrían haber preparado coartadas más creíbles; y s las circunstancias han cambiado desde entonces, será inevitable que todas las miradas se vuelvan a las encuestas.

O es difícil explicar, sin encuestas por medio, lo que ha ocurrido, o  lo están explicando muy mal.

 
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