Si la reacción de los ciudadanos ante un asesinato es tan timorata, el fin del terrorismo puede estar lejos

Posiblemente sea miedo; quizás haya un poso de desencanto; hasta pudiera haber un rechazo latente que las circunstancias no dejan aflorar pero, en cualquier caso, las reacciones son algo más que sorprendentes.

En cuanto al miedo, hay formas y formas. Los silencios pueden decir mucho y la cortada de ‘no van a conseguir cambiar nuestra vida habitual’ cada vez cuela menos.

Si la reacción de las fuerzas políticas es la que está siendo, el final del terrorismo no parece tan cercano como esos mismos políticos nos dicen. En línea con lo anterior, puede haber una voluntad de no cerrar definitivamente puertas, de sopesar las consecuencias de medidas radicales, por mucho que sean legales y constitucionales, y hasta puede haber una cierta precaución electoralista para que nadie rentabilice nada e incluso hasta el miedo puede estar por medio.

También hay formas y formas de ejercer la responsabilidad política tanto desde el Gobierno como desde la oposición.

Las condenas enérgicas están muy vistas. Las declaraciones rotundas esas de ‘todo el peso de la ley’  y las alusiones a la libertad y a la democracia están muy pasadas de moda y hasta suenan a hueco. Producen hastío.

La vida en España transcurre en medio de una niebla cada vez más espesa. Sabemos poco, nos explican poco y sospechamos mucho porque quizás nos ocultan mucho.

La niebla lo engulle todo. Desde los papeles de Guantánamo, que nadie sabe si existen o no o si son ciertos o no, hasta las cifras del paro que el que más y el que menos piensa que están maquilladas o que se pueden maquillar a base de prejubilados.

Bruma que se traga sin rechistar las declaraciones de cristianos que no creen y que en aras de su cristianismo retiran los Crucifijos de los lugares públicos. Alcaldes que colocan el cerebro de la derecha en la zona testicular, que eso sí que es sacar el cerebro de contexto y otros alcaldes que amagan y no sabemos si van a dar.

Una oposición brumosa que habla de moderación ante la capilla ardiente de un asesinado por la ETA y un Gobierno que oculta cifras económicas mientras distrae a la opinión pública con verbenas ideológicas y reuniones internacionales.

 

Un vicepresidente Económico que va de fracaso en fracaso y cuya única cualidad creíble es su propia falta de credibilidad.

Y unos partidos minoritarios que apenas levantan la voz para ‘no salirse del guión’ que alguien tiene escrito no se sabe desde cuándo.

Brumas y opacidades que están en la sospecha de todos los que ven con estupor el dinero que va a llegar a los ayuntamientos, incluidos los de ANV, y no se sabe para qué ni cúando,  ni cómo se van a controlar los gastos.

Una sociedad que se recrea en sus propias oscuridades y que afirma que cientos de miles de abortos vienen provocados por una mala información sexual.

Dineros que, asustados por las neblinas bancarias de nuestro país, emigran a paraísos más cercanos a las claridades de la Europa meridional. Dineros con nombres y apellidos en listas que pretenden ser escandalosas y que se quedan en nada.

Quizás todo ocurra porque lo de la antigua limpieza de sangre se nos ha ido al garete y nos han contado que el que más y el que menos descendemos de judíos o de árabes.

Que, visto lo visto, hasta puede ser mejor.

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