Sánchez no acierta ni cuando se equivoca

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.

Sánchez se equivocó en el Senado porque colocó a Feijóo en la Presidencia del Gobierno, le atacó como si fuera el responsable de la política española y el llamado a solucionar los problemas, mientras él se adjudicaba el papel de mero relator de la memoria histórica de la trayectoria de su oponente, desde que llegó a la presidencia del Partido Popular. Y es que eso de la memoria histórica es muy traicionero y en cuanto se acaban los cadáveres el protagonista se puede encontrar políticamente amortajado. 

Hay estultos e inútiles que cuando se equivocan aciertan, por aquello de la flauta que sopló el burro, pero hay otros que ni equivocándose consiguen acertar.

Sánchez cuenta con la ventaja de la cohorte de “equivocadores” que tiene a su alrededor. “Anda, fulanito o fulanita, di una chorrada para que te oigan estos señores” y los ministros y ministras, los asesores y asesoras, secretarios y secretarias de Estado y hasta presidentes de Autonomías, van, obedecen, dicen la chorrada y Sánchez se apresura a desmentirles de forma inmediata, y ellos cargan con la memez.

El absurdo e inútil debate en el Senado es una buena prueba de todo lo anterior, aunque en este caso fue Sánchez en persona el que dijo las majaderías, porque majaderías fueron sus razonamientos, sus frases estereotipadas y por supuesto los insultos repetitivos llamando a Feijóo insolvente y hombre de mala fe; insultos que se supone sacados del caletre de Bolaños, que desde que frecuenta el Vaticano está crecido y se está haciendo un experto en sudoraciones frías.

Y Sánchez, incluso con el asesoramiento de Bolaños, se equivocó porque colocó a Feijóo en la Presidencia del Gobierno, le atacó como si fuera el responsable de la política española y el llamado a solucionar los problemas, mientras él se adjudicaba el papel de mero relator de la memoria histórica de la trayectoria de su oponente desde que llegó a la presidencia del Partido Popular. Y es que eso de la memoria histórica es muy traicionero y en cuanto se acaban los cadáveres, el protagonista se puede encontrar políticamente amortajado en cualquier momento.

Las chorradas de Sánchez, esta vez sin memo interpuesto, fueron todas ellas frases huecas, cursis, mentirosas y carentes de la más mínima coherencia. “No se trata de grandes sacrificios sino de pequeños cambios”. “Usted puede mentir sin despeinarse, insultar y quejarse del insulto; yo nunca le he insultado”. “Elegimos la esperanza y estamos al lado de la soluciones”… Y es que Sánchez -todo en él es en diminutivo- estuvo  cursilito y crispadito.

Se decía en los mentideros del Senado (y vaya usted a saber si se decía con verdad o con falsedad) que en pleno frenesí de aplausos y cuando Sánchez dijo aquello tan sentido de “tenemos que estar preparados para lo peor”, Díaz –tan riquiña y tan cultivada ella, de antes de la ley Celaá- se arrancó por Bécquer y le recitó aquello de:

¿Qué es lo peor? dices, mientras clavas en mi pupila tu pupila azul

¿Qué es lo peor?

 

¿Y tú me lo preguntas?

Lo peor, Pedro… eres tú.

Porque los españoles no es que se tengan que preparar para lo peor, es que llevan con “lo peor” cuatro años, tres meses y 8 días.

La carcajada: Dice Ribera sobre la iluminación navideña: “Es obvio que aquí hay un debate sobre la iluminación ornamental”.

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