A Sánchez le crecen los barones

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.

Los barones parecen las rebajas de Galerías Preciados, Sederías Carretas y Almacenes San Mateo en una sola pieza (si encuentra un impuesto más barato vótelo) y si no fuera por la tirria que le tienen a Madrid se presentarían en el Rastro con aquello de “ni por diez, ni por nueve, ni por ocho, ni por siete… ¿hay quién rebaje más?”

Sánchez huele a cadaverina política y, ante semejante hedor, se le multiplican los problemas, entre otras cosas porque los políticos enseguida pierden el miedo y el respeto por el que consideran yerto y hasta frío. Los muertos apenas dan miedo en alguna película pero, por lo general y salvo casos de espiritismo, nadie los toma en cuenta. Y alrededor de Sánchez el único que hace espiritismo es Tezanos.

Aquello de “dilo tú que a mí me da la risa”, se ha cumplido al pie de la letra con los barones autonómicos del Partido Socialista que veían con ojos golositos lo que estaban haciendo Ayuso y Moreno y lo que decían otros presidentes, mientras que contemplaban los espasmos verbales de Montero (la de la cosa fiscal) explicando el paquete que nunca existió, pero que se ha puesto en marcha “en un decir María Jesús”.

Y así las cosas, el que se ha lanzado ha sido Puig que, abducido por Oltra, por el ex de Oltra, por los subordinados de Oltra, por la cosa fraternal y hasta por alguna encuesta oculta y, dado su amor a las costumbres de la tierra, ha encendido la mascletá que corre desenfrenada de autonomía en autonomía, y hasta el prócer cántabro deja el abrelatas de las anchoas por un momento y se apunta a la cosa de las rebajas.

Los barones parecen las rebajas de Galerías Preciados, las Sederías Carretas y los Almacenes San Mateo de antaño, en una sola pieza (si encuentra un impuesto más barato vótelo) y si no fuera por la tirria que le tienen a Madrid se presentarían en el Rastro con aquello de “ni por diez, ni por nueve, ni por ocho, ni por siete… ¿hay quién rebaje más?”

Mientras, los ministros, que tienen el olor a muerto mucho más cerca, están a lo suyo. Lo que ocurre es que lo suyo para unos es estar callados y que se les vea lo menos posible, porque seguramente están preparando el pesebre del inminente segundo tiempo y quieren que no les pillen con la camiseta de Sánchez.

Otros y otras están de gira, como Díaz que dice esta boca de los impuestos no es mía. Montero (la de turismo en Nueva York) se dedica a parar fascistas mientras encama bebés con señores y señoras mayores, e Iceta se va de gira con Picasso y mira de reojo a Cataluña, a la Plaza de San Jaime e incluso a Waterloo.

Solamente dan la cara ¡y qué cara! Calviño la experta europea y Montero, la de las imposiciones balbuceantes y los paquetes amenazantes. Y… Albares (santo varón)

Pero eso es poco para Sánchez que tiene que lidiar demasiados toros y sobrevolar con drones escrutadores muchos frentes y lo tiene que hacer con la sola ayuda de Bolaños que -con un chaleco a rayas rojas y negras de mayordomo siniestro del teatro de Jardiel Poncela y el plumero en una mano y la fregona en la otra- va limpiando polvos y lodos, para que el jefe pueda salir del coche oficial de tapadillo, mientras Sánchez prepara el examen para presidente de la internacional socialista que se le está quedando en nada.

 

La carcajada: Dice Garzón: “La lógica de mi ministerio es de sentido común. De sentido común es que nuestra especie vive dentro de los límites del planeta”.

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