El séptimo ‘paquetazo’ de Zapatero, no gusta en un Congreso que vuelve a hablar de Rusia como en los años 30.

Son demasiadas medidas en siete meses y parece que todo sigue igual. Estamos en una época en la que todo parece pero no se sabe muy bien si es o no es. Lo único que es lo que es, es el problema de las familias que empiezan a convivir con el paro.

En estas, llega el presidente del Gobierno y nos anuncia, en tono poético, su preocupación por las familias que tienen problemas y que su Gobierno está dispuesto a que nadie sufra. Da la sensación de que va a ir casa por casa preguntando qué se necesita y lo va a resolver en el acto. Parece, pero no.

Hasta puede parecer que el gravísimo problema económico que tienen personas de carne y hueso, con nombres y apellidos, no tiene nada que ver con eso que los políticos llaman crisis.

Y parece que la crisis económica es tan grave, que deja en segundo plano problemas sociales y políticos que no son moco de pavo. Cada semana saltan noticias que la crisis tapa pero que habría que destapar.

Semana de crucifijos y de homilías de José Blanco, el creyente tipo Frank Sinatra, es decir, ‘a mi manera’. Un creyente cuyas creencias son ¿o no? Pero que como es gallego apenas se nota.

Semana en la que Rajoy y Aznar han tenido sus más y sus menos en sendas intervenciones públicas aunque sin verse las caras. Pues crisis económica aparte, eso es algo que debería preocupar en Génova, tanto como las gatunas vidas de Esperanza Aguirre, a quien hay que dar la enhorabuena…otra vez.

Porque hay asuntos como el de la memoria histórica y las manías de Garzón –porque ya se han convertido en manías- que están ahí y que no terminan de resolverse aunque Rodríguez Zapatero diga, ahora, que reescribir la historia a toro pasado, es complejo.

Y es que Zapatero es un gobernante de efecto retardado, como algunas medicinas. Llega tarde a casi todo y se da cuenta, tarde de la mayoría de los problemas que tiene sobre la mesa. Lo malo de las medicinas de efecto retardado es que en una de esas, llegan demasiado retardadas y el paciente igual pasa a la jurisdicción desenterradora del juez Garzón.

Por ejemplo, llega con retraso a lo del ADN. Ahora que nos habíamos librado de la pesadez de Arzallus y que Ibarretxe está como aletargado, va y saca el ADN de la derecha en su obsesión por Rusia. Lo que pasa es que Lukoil -como casi todas las empresas- no tiene ADN y en una de estas hasta Moratinos va a decir lo de la Unión Soviética que se le escapó a Guerra.

 

Pero la noticia de la semana, tapada, como casi todas por la crisis, es lo de la remodelación del Gobierno. Lo divertido es que el anuncio lo hizo Emilio Sánchez Vicario. Zapatero subió rápido al resto y abrió la caja de los truenos. Cuando dijo lo del ministerio de Deportes la cara de la ministra del actual ramo era un índice de lo que dicen, los de dentro de Ferraz, que está pasando en Ferraz. Al parecer el que lleva muy directamente lo de la remodelación es Blanco que está que no para. Cuentan, algunos socialistas, que no se trata ahora de buscar nombres nuevos sino de decidir quienes se tienen que marchar y ahí es donde los informes se le acumulan al gallego creyente.

El que Maragall cuente que Montilla y Zapatero le obligaron a marcharse de la política no tiene importancia o que nadie nos aclare la relación Sacyr-Moncloa-Sebastián, tampoco la tiene.

Tampoco es grave que la Casa del Rey niegue cualquier ‘intervención directa’ de S.M  en lo del petróleo.

Nada es grave mientras De la Vega –que también tiene hermanos- afirme sin un titubeo que la mano invisible del mercado, necesita la mano visible del Estado’. Y además rima.

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