Los símbolos religiosos

Algunas –concretamente monoteístas- rechazan las imágenes, las pinturas y cualquier tipo de representación. Bien está. Lo que ocurre es que hay símbolos y símbolos, imágenes e imágenes, liturgias y liturgias.

Asistimos en las últimas semanas a una confusión que se va instalando, casi sin que nos demos cuenta, en lo más central de la opinión pública: la polémica de la tolerancia o del rechazo de los símbolos religiosos ha dado en la mal dada idea de mezclar esos símbolos, sus significados y -si se me permite- sus categorías.

Los titulares están a la orden del día y se mezclan velos y crucifijos en un “totum revolutum” que en absoluto responde a la realidad.

El significado de la Cruz y del crucifijo para los cristianos tiene un valor teológico, ascético y místico que difícilmente puede ser equiparable con otros signos externos de la propia religión cristiana, tales como el hábito de los religiosos o los ornamentos con los que los sacerdotes celebran la Eucaristía.

Comparar como elementos, defendibles o no en un planteamiento de tolerancia, el crucifijo de los cristianos y el velo de los musulmanes es, cuando menos, un error de concepto. El respeto que a todos debe merecer un signo externo de una religión como la de Mahoma no puede entrar en la discusión con el mismo valor conceptual que el crucifijo.

El velo entraría en la categoría de esas vestimentas o de esos ornamentos a los que se alude más arriba. La cruz podría ser comparable con la Media Luna de los musulmanes o la Estrella de David de los judíos, pero equiparar cruz con velo o kipá es un grave error.

En una civilización como la nuestra, mayoritariamente cristiana, la tolerancia por los símbolos, por las liturgias y por las indumentarias es algo indiscutible y muy deseable, y por esa tolerancia han de velar los poderes públicos. Lo que ocurre es que este afán por igualar la cruz de los cristianos suena a una mezcla interesada por quienes ni respetan el velo musulmán ni la cruz cristiana, pura y simplemente porque quieren desterrar la religión y el concepto de Dios -del Dios único de las tres religiones monoteístas- de nuestra sociedad.

La coartada puede ser el velo, y ya se está consiguiendo el objetivo. Pero eso es dar gato por liebre, y los creyentes, cualquier creyente, no deberían consentirlo.

 
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