De las soluciones habitacionales de Trujillo al ‘código de buen gobierno’ y el ‘casoplón’ de Bermejo: los debates de fondo

En cualquier país menos en España. En España, no. En España, no sólo sigue sentándose en la mesa del Consejo de Ministros sino que, además, se presenta como cabeza de lista por Murcia en las próximas elecciones generales. Y los españoles tenemos que soportar y tragarnos unas explicaciones absurdas y ridículas emanadas del entorno del ministro, más las del presidente del Gobierno que nos habla de ‘reformas estructurales’.

El debate de la semana ha sido la discusión semántica sobre lo que significa tensión. A lo mejor, los debates con los que se ‘ensuciará’ aún más la campaña van de eso, de discutir lo que entienden unos y otros por tensión. Tal vez sólo con ver la cara de Gabilondo en la entrevista con Rajoy y la que tenía en su coloquio con Zapatero se aclararía lo que es y lo que no es tensión.

Otro índice para aclarar el vocablo sería analizar los hechos, las obras y las realidades del candidato del Partido Socialista y de sus más inmediatos colaboradores, De la Vega, Blanco, Rubalcaba o López Garrido. Simplemente con verlos y escucharlos en estos cuatro años podíamos hacernos una idea, aunque sólo fuera aproximada, de lo que es tensión.

Por ejemplo, ¿había o no había tensión en la cena ‘del caldito’ en la Nunciatura?, ¿hay o no hay tensión entre el Nuncio y la Conferencia Episcopal?, ¿quiere o no quiere el Gobierno de España provocar tensión entre los obispos españoles y el Vaticano?

Y, tensiones aparte, lo que sí se nota es un afán de Rodríguez Zapatero por hurtar asuntos al debate político. No quiere que se hable de terrorismo, no quiere que se hable de emigración, no quiere que se hable de economía, no quiere que se hable del paro, no quiere que se hable de las casas de los ministros. A este paso, los debates van a estar protagonizados por los contratos vitalicios de Raúl, Casillas y Guti.

De lo que sí habla el candidato del Partido Socialista es de los emigrantes españoles en los años del franquismo, que se iban a Europa sin saber hablar ‘belga’(¿). Que, con independencia del nivel cultural de nuestros emigrantes en aquellos años, si alguno de ellos hubiera hablado en idioma ‘belga’ habría sido un milagro. Claro que también afirmó en la entrevista que le hizo Carlos Herrera que ‘el velo es una significación religiosa’ o que la leche y el pan suben porque ‘en la India y en China hay muchos chinos y muchos indios’. Y es que hay campañas en las que no ‘está uno p’a ná’. Menos mal que admitió que en la economía ‘había incertidumbre’.

Dicen los del Partido Popular que con su indiscreción en la entrevista de Cuatro, Rodríguez Zapatero se ha quitado la careta. Ya es oportunidad que ahora que nuestro mayor experto en carnavales y cuaresmas, Ruíz Gallardón, está callado, nos vengan con lo de la careta. Y es que hay mucha gente que se quita el antifaz, y no sólo Zapatero.

Jordi Pujol, vuelve por donde solía y nos dice, sin ningún rubor, que si el Partido Socialista quiere pactar con Convergencia i Unió ‘tendrá que pagar por adelantado’. Y se quita la careta Caldera, que vuelve a coger el tippex para cambiar el sistema de contabilizar a los parados. Y se quita la careta el Gobierno, que ha decidido aplazar el canon de productos audiovisuales hasta después de las elecciones. Y se quitan la careta los nacionalistas gallegos, y hasta los jóvenes socialistas del país de Breogán, que dicen que la culpa de la miserable agresión a María San Gil en la universidad compostelana fue de la propia San Gil, que es una fascista y una provocadora Y hasta se quita la careta Pedro Solbes, que ya afirma que la economía no va tan bien ni vamos a crecer tanto.

Y hasta el chapapote se quita la careta y tiene acento andaluz, aunque sea de Gibraltar.

 

El que sigue con la careta puesta, y ya no se sabe si es careta, si es su cara o es la de ‘Gaspi’, es Llamazares, que ahora acusa al PSOE de un cierto conformismo y elabora todo un programa antihomófobo junto con el colectivo de gays y lesbianas.

Y Pilar Bardem, que afirma –tras contarnos su vida de ‘casi monja’ con la madre Teresa- que está más cerca de Entrevías que de Rouco ¿y qué?

Una semana enmarcada por San Valentín en la que ha habido amores y desamores. Aunque ninguna relación, tan significativa y tan emocionante, como los desamores entre Fernández Bermejo y Trujillo, o los amores, de auténtico arrebato erótico, de Ángel María Villar con Luís Aragonés. 

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