Un vicepresidente de guardarropía

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias firman el acuerdo de presupuestos, la pasada legislatura.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias firman el acuerdo de presupuestos.

Algunos afirman que Pablo Iglesias está ejerciendo de vicepresidente del Gobierno de Pedro Sánchez. Nada más lejos de la realidad, entre otras razones porque cualquier vicepresidente está a las órdenes del presidente y, en todo caso, lo que está ocurriendo es precisamente lo contrario.

Pablo Iglesias, con un número de diputados más bien escaso, se las arregla para optimizar sus fuerzas, hacer que parezcan más de lo que son en realidad y mantener bien sujeto por...salva sea la parte a Pedro Sánchez. La batalla de los presupuestos es una buena prueba de lo anterior.

Algunos afirman que Pablo Iglesias está ejerciendo de vicepresidente del Gobierno de Pedro Sánchez. Nada más lejos de la realidad, entre otras razones porque cualquier vicepresidente está a las órdenes del presidente y, en todo caso, lo que está ocurriendo es precisamente lo contrario.

Lo que puede ponerse en duda es si esa situación viene dada por las habilidades políticas y parlamentarias de Iglesias o por las carencias de Sánchez que, con sus ambiciones de poder a toda costa, constituyen una mezcla explosiva. Pero sea la que fuere, lo cierto es que tenemos a Iglesias negociando con Junqueras, en el locutrorio de una prisión, los Presupuestos Generales del Estado y el sí a esos presupuestos, de los separatistas catalanes, al menos de los que deben obediencia al preso de la Esquerra..

Esa negociación no deja de tener su morbo. Habrá que ver si Pablo Iglesias consigue lo que, de momento, no ha podido lograr Sánchez; a lo mejor nos enterarnos qué se ha dado a cambio del hipotético sí de Junqueras y, lo que sería más divertido, comprobaríamos si la negociación con el preso de Lledoners tiene su continuación con el fugado de Bélgica y tenemos que pagar el viaje a Europa de Iglesias.

Como el que lleva la batuta es Pablo Iglesias, es de suponer que la idea de ser el negociante (la palabra encaja en este caso mejor que el término negociador) haya sido de él y que Pedro Sánchez, una vez más, se haya visto obligado a ceder el mando. Lo que pasa es que el líder de Podemos -ni por su ideología antieuropeista, ni por sus planteamientos de política fiscal y económica y, por supuesto, por su real representación parlamentaria- es la persona más adecuada para estos menesteres.

Claro que a la vista de la idoneidad de la mayoría de los ministros de Sánchez, Pablo Iglesias no desentona lo más mínimo.

 
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