Unión Europea: la última frontera de Occidente

Miembros de las fuerzas de seguridad de Afganistán.
Miembros de las fuerzas de seguridad de Afganistán.

El nuevo gobierno de los talibán, en Afganistán, ha puesto en jaque a las dos potencias globales, Estados Unidos y Unión Europea. El siguiente paso que tome la UE puede resultar en jaque y mate, por eso debe empezar a cerrar el proyecto europeo, de una vez por todas, con la creación de un ejército común, que le permita, a través de su servicio exterior de diplomacia, fortalecer su política exterior, hasta ahora muy débil y sin presencia alguna en el escenario internacional.

La influencia estadounidense, en Oriente Medio y Asia Central, ha ido disminuyendo considerablemente esta última década y tras las guerras perdidas en Iraq, Afganistán y Siria, y la poca retribución que ha tenido para la política, economía y sociedad estadounidense, veremos un viraje de su política exterior, hacia un proyecto más nacionalista y Panamericano. Esto último, sumado a la gran independencia que ha adquirido su mayor aliado en la región desde la segunda mitad de siglo XX, Israel. El pequeño estado judío ya no depende ni armamentística ni políticamente de EE. UU., sino que se ha encargado de forjar alianzas regionales e internacionales, por su cuenta, sin la mediación de Washington.

Las malas decisiones políticas y militares han hecho que Estados Unidos pierda la imaginación que una vez tuvo y que ahora se vea sin ganas ni fuerzas y esto se refleja en la retirada casi completa de Estados Unidos. Pero ¿quién va a remplazar el vacío de poder e influencia del gigante americano en la región más rica del mundo a nivel geopolítico?

Lo más seguro es que sea la próxima primera potencia mundial, la República Popular de China, con gran presencia de la Federación de Rusia. El nuevo eje de poder ya no tendrá como centro el Atlántico, como hasta ahora, sino Asia Central. Y este cambio de fuerzas es cada vez más inevitable. El extremo lógico de este eje tendría que ser la UE, para crear un equilibrio Occidente - Oriente. Este contrapeso de fuerzas puede resultar en un proyecto más estable, a nivel internacional, que el anterior, Occidente – Occidente y prueba de ello es Europa del Este, Oriente Medio, el Magreb o África Subsahariana.

Para que la UE pueda entrar en juego y volver a recuperar su posición de hegemonía global tan perdida últimamente, tiene que terminar el incompleto proyecto europeo. La UE nunca ha tenido una política exterior concreta y fija y esto se refleja en la tardía creación de un Servicio Europeo de Acción Exterior en 2010. Si China mantiene su estrategia de expansión mundial a través del soft power, como ha estado haciendo en África Subsahariana y traslada esta estrategia a Oriente Medio y Asia Central, la UE será la próxima gran olvidada en la segunda mitad de siglo.

China no tardará mucho en establecer relaciones con los talibán y asegurarse la puerta de entrada hacia Occidente. Siria, al mando de Bashar al-Asad, después de más de diez años de guerra civil, va a salir victorioso y se mantendrá en el poder. Israel, no tiene un aliado fijo, es un país que ha aprendido a moldearse y adaptarse a cada situación para poder sobrevivir, y lo ha hecho hasta ahora a pesar de estar rodeado de enemigos. Turquía, una potencia en auge, ha demostrado no ser un aliado fiable y comprometido a lo que respecta con el mundo occidental. Arabia Saudí, abrirá las puertas de su desierto a cualquiera con el que se pueda beneficiar de buenas relaciones comerciales. Libia, es un estado fallido que puede ser influenciado y manipulado fácilmente por un actor externo y Marruecos aceptará cualquier relación y ayuda de cualquier país que le acerque a la anexión del Sáhara Occidental, algo que la UE jamás hará.

¿Qué quiere decir todo esto? Que el gigante asiático tiene el camino allanado después de la desastrosa política exterior occidental que se ha llevado a cabo en la región MENA. No olvidemos que es el paísmás antiguo del mundo y que los años de evolución y aprendizaje superan con creces al de cualquier otro estado.

Pero no es demasiado tarde para crear un nuevo orden mundial Occidente – Oriente, en el que la Unión Europea vuelva a estar a la vanguardia y dejar de lado esa visión eurocéntrica y pro-occidental en la que todo lo nuestro es “bueno” y el resto “malo”. Pero, para ello, la participación de los Estados Miembros en la OTAN debería restringirse y comenzar un proyecto de política exterior de manera independiente a la de Estados Unidos. Económicamente es imposible sostener una organización como la OTAN y un futuro ejército europeo, simultáneamente.

¿Cuáles son realmente las funciones actuales de la OTAN para que merezca tanto la pena mantenerla? La organización transatlántica debería haber sido disuelta en la década de los 90, tras la ruptura de la Unión Soviética en 1991 y, por consiguiente, del Pacto de Varsovia. Desde ese punto, la OTAN carece de sentido estratégico tratando de reinventarse cada año, pero sin éxito alguno.

 

Esta organización ha estado siempre liderada, de facto, por Estados Unidos. El grueso de las intervenciones militares de la OTAN desde el final de la Guerra Fría tiene una calificación negativa: Yugoslavia, Libia o Afganistán, son ejemplos perfectos. De los 30 estados miembros de la organización, 21 de ellos forman parte de la UE y es una de las principales razones de confrontamiento entre Europa y Rusia.

EE. UU. se encuentra a una distancia de 8.000 km del país más grande del mundo, pero la UE comparte frontera con él. Las fricciones y enfrentamientos que se causan con Rusia carecen de sentido para la estrategia europea y su futuro. En 2017, en una operación de la OTAN, tuvo lugar el mayor despliegue militar de EE. UU. en Europa desde el final de la lucha de bloques. La actual operación militar liderada por Estados Unidos y la OTAN se llama DEFENDER-Europe, y se lleva a cabo anualmente. Una operación de entrenamiento de defensa ante un enemigo que parece haber sido creado para que la Organización del Tratado Atlántico Norte no pierda fuelle ni influencia. Todo ello, causa un escenario poco amistoso entre las dos potencias continentales.

Según la Agencia de Defensa Europea, el gasto realizado, en 2019, fue de 186.000 millones de euros, su cifra récord. Y todo ello para que la defensa de la UE dependa de cualquier otro país menos de sus Estados Miembros, como son EE. UU. y sus socios Reino Unido y Turquía. Es decir, un país que se aprovecha de la situación geográfica de Europa para su política expansionista, otro cuyo deseo ha sido el de desvincularse del continente y otro país que nunca se ha mostrado favorable al proyecto europeo y cuyas amenazas se incrementan diariamente desde el despacho de su presidente, Recep Tayipp Erdogan.

Es hora de que la Unión Europea se independice de Estados Unidos, después de más de 75 años bajo su paraguas. Y una de las más claras simbologías de esta sumisión es precisamente la OTAN. La UE y Rusia son dos países que tienen más que aportarse que quitarse. Pero las continuas amenazas y operaciones de demostración de fuerza entre la OTAN y Rusia no ayudan a este acercamiento y está poniendo en peligro a todo un continente.

Si la organización supranacional sigue este camino a la deriva, acabará en una crisis institucional propiciada por el cambio de poderes mundial y la formación de un nuevo eje del que no formará parte y que, por lo tanto, llevará a la Unión Europea a una crisis cuyo único resultado será la disolución completa de uno de los proyectos más prósperos que ha conocido la historia. Un proceso que ya ha empezado con Reino Unido, y que, de seguir así, países como Holanda, Hungría, Dinamarca, pueden seguirle.

La salvación de Europa pasa por cerrar un proyecto europeo sin influencias de actores externos y de empezar a forjar su propio camino. No hay que olvidar que es la tierra que vio nacer la democracia, la división de poderes, la igualdad entre todos los hombres, la cuna de los Derechos Humanos. Un continente compuesto por las mayores potencias económicas y casi 500 millones de personas de todas las culturas, etnias y religiones.

Nada está aún perdido, pero es la última oportunidad que tendrá la UE si quiere seguir formando parte del juego mundial. Pertenecer al nuevo mundo Occidente-Oriente y convertirse en la última frontera occidental debe ser el único objetivo de la organización, pero eso no será factible hasta que la Unión no vuelva a adquirir su soberanía perdida hace tanto tiempo y se enfrente de una vez por todas a la realidad que le acontece. El tiempo no juega a favor de la UE y para recuperar esa soberanía, una integración total en materia de Seguridad y Defensa es primordial y crear, de una vez por todas, unos Estados Unidos de Europa.

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