Información en el armario

Carolina Darias comparece para informar sobre la viruela del mono (Foto:  Jesús Hellín / Europa Press).
Carolina Darias comparece para informar sobre la viruela del mono (Foto: Jesús Hellín / Europa Press).

La aparición de casos de viruela del mono en España ha puesto a prueba, entre otras cosas, la capacidad de algunos medios de comunicación para hacer contorsiones lingüísticas con tal de no mencionar a los principales protagonistas. De los casos detectados en España estaba claro que el foco y prácticamente todos los contagios estaban entre hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres, es decir, de orientación  homosexual. Pero en estos casos se prefiere evitar el término, e incluso a menudo se opta por las siglas (HSH).

La información reconocía que en las cadenas de contagio del virus estaban las fiestas “chemsex” de componentes de la comunidad gay, con drogas y prácticas de riesgo de sexo sin protección. A pesar de todo, el pudor informativo quería evitar que se asociase este nuevo brote epidémico con la imprudencia de ciertos homosexuales.

Por ejemplo, en el telediario de la 1 el titular decía un día: “La comunidad de Madrid cierra una sauna en la que se mantenían relaciones sexuales”; luego resultaba que lo que se había cerrado era la principal sauna gay de Madrid,  donde se mantenían relaciones homosexuales y que estaba vinculada con la mayoría de los casos registrados en Madrid.

En El País (21-05-22) el titular hablaba de un segundo brote: “Una fiesta multitudinaria en Gran Canaria, segundo gran brote de la viruela del mono en España”. La información hablaba de una “fiesta multitudinaria en Gran Canaria, a la que asistieron cerca de 80.000 personas”. Había que esperar hasta el sexto párrafo para enterarse que la fiesta era el Gay Pride de Maspalomas, uno de los acontecimientos destacados en el calendario de la comunidad gay, a la que acuden miles de personas de toda España y de otros países europeos. De hecho, varios de los infectados de Madrid y de Italia habían estado allí.

Una información de los primeros días (ABC, 20-05-22) empezaba aclarando que la viruela del mono “puede afectar a niños, adultos, hombres y mujeres, sea cual sea su opción sexual. Pero el brote que ha prendido en Madrid mayoritariamente ha afectado a la comunidad gay…”. Al principio, uno podría sacar la impresión de que igual podías contagiarte en una “chemsex” que en una fiesta de Primera Comunión…Luego se iba aclarando que el brote estaba circunscrito a HSH y que el riesgo para la población general era bajo.

Todavía en una información de La Vanguardia (26-05-22), puede leerse que: “La expansión global del virus en las últimas semanas se explica, en primer lugar, por episodios de contagios múltiples en un colectivo con una gran movilidad geográfica.  (…) El hecho de que la mayoría de los contagios se concentre en un colectivo concreto sugiere que su capacidad de transmisión a otros colectivos es limitada”. ¿Pero quién era el “colectivo concreto”? El concursante responderá.

A todo esto, el Instituto Valenciano de la Juventud (IVJ) había tenido la mala suerte de publicar –pocos días antes del brote de viruela del mono– una campaña en la que mantenía que las fiestas “chemsex” son seguras, siempre y cuando se tomen una serie de precauciones. Reconocía que estas prácticas “siempre tienen ciertos riesgos asociados”, por lo que daba algunas recomendaciones para la “reducción de riesgos”. 

Entre los riesgos no figuraba la viruela del mono, que se había invitado a las fiestas “chemsex” sin previo aviso y que ponía en cuestión las prácticas seguras del IVJ, organismo dependiente de la consejería valenciana de Igualdad. Lo primero que recomendaba la campaña era conocer al camello que proporcionaba las drogas para la fiesta, y así ver si podías fiarte. Es de suponer que el IVJ publicará una “Guía del camello seguro”, con nombres de confianza. El IVJ se atenía a lo que llama su mantra: “Todo está bien siempre que esté controlado”. Que el dinero público se emplee en campañas de este tipo es otro enigma epidemiológico.

Porque no se trata solo de la viruela del mono. El Centro Europeo de Control de Enfermedades lanzaba a finales de marzo un informe donde alertaba de un aumento de casos de infección por shigelosis, especialmente “entre hombres que tienen sexo con otros hombres”. Hablaba de casos en nueve países –entre ellos España– con el mismo perfil de HSH. El titular de El País (25-03-22), decía: “Shigelosis, la infección al alza en entornos sexuales que preocupa a Europa”. ¿Entornos sexuales o más bien de homosexuales?

 

En el caso de la transmisión del VIH, ya ni siquiera es noticia que el 66% de los nuevos diagnósticos corresponden a contagio homosexual, frente a un 23% heterosexual. A veces se dice que esto se debe a relaciones sexuales sin protección. Pero entonces habría que plantearse por qué tantos componentes del colectivo gay adoptan estos riesgos. 

Más aún si tenemos en cuenta que la sanidad pública financia incluso la llamada Profilaxis pre-exposición (PrEP), es decir, un fármaco que protege del VIH a hombres homosexuales que no quieren abandonar prácticas de riesgo ni usar preservativos. Cabe discutir si el sistema sanitario debe financiar un tratamiento a personas que no están enfermas, de modo que no tengan que cambiar sus arriesgadas aficiones sexuales.

También habría que valorar, como decía el Ministerio de Sanidad en un informe de 2020, porqué “la industria del ocio dirigido a hombres gais ofrece alternativas o formatos altamente sexualizados y conectados con determinados estereotipos”. En cambio, son invisibles “otras formas alternativas de ser hombres gais y personas sociales que, con frecuencia, no aparecen representadas”,

En cualquier caso, lo que no ayuda es diluir estos riesgos como si fueran prácticas normales e incluso “seguras”. O, a la hora de informar de episodios tóxicos como la viruela del mono, meter en el armario la orientación sexual de los protagonistas.

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