Benedicto XVI cumple 7 años

Mañana se cumplen 7 años desde que fue elegido el actual Papa. El pasado día 16 cumplió 85 años, y no deja de asombrar la profundidad y agilidad que tiene Benedicto XVI. Escribe y habla con un estilo directo, claro, incisivo, positivo, sereno, constructivo, y a la vez exigente consigo mismo y con la labor de la Iglesia Católica, buscando la conexión permanente entre fe y razón: no se oponen, sino que se complementan. También desde el punto de vista de la comunicación, llegará el momento de analizar y valorar la figura de este Papa.

Cuando me nombraron Director de Comunicación del V Encuentro Mundial de las Familias con el Papa (Valencia, 2006), hablé con muchos colegas. Varios me dijeron sin rodeos: “lo importante es qué cuentan los periodistas que viajan en el vuelo papal, que son auténticos vaticanólogos, pues lo que ellos dicen se transmite por los medios de comunicación de todo el mundo”. Tomé buena nota.

En el vuelo papal hacia México y Cuba de hace unas semanas, en ese coloquio el Papa afirmó que “la Iglesia está siempre de parte de la libertad”, y que la libertad de religión abre las puertas a las demás libertades. Seguro que la situación en Cuba está detrás de estas palabras, pero no sólo en Cuba, porque la Iglesia ha molestado y molesta siempre a los tiranos de diversa índole, llámense emperadores romanos, dictadores marxistas o nazis, o dictadores del relativismo: es la dictadura actual, que busca diluir, y lucha contra todo intento de compartir una moral de la razón, objetiva.

El Papa, también, aludió a que “la Iglesia tiene que preguntarse si hace lo suficiente por la justicia social”, lógicamente en su tarea propia de formar la conciencia. Y para ello recordó la Doctrina Social de la Iglesia, de la que dijo “que se puede compartir con los no creyentes, pues es una moralidad de la razón”. Son palabras valientes del Papa, a las que fácilmente podemos contestar que la Iglesia puede hacer más por la justicia social, pero reducimos la Iglesia a los eclesiásticos, en vez de pensar en la mayoría de los católicos, ciudadanos “de a pie”, que conocemos poco la Doctrina Social de la Iglesia, y por eso pensamos poco y la compartimos poco.

La Doctrina Social de la Iglesia contiene principios de actuación muy interesantes en el ámbito de la economía, la educación, el papel del Estado, la participación ciudadana, la paz, la solidaridad, la política, las relaciones internacionales, y un amplio etcétera: todo cuanto tiene una dimensión social del hombre. Y también, por supuesto, sobre la familia, que sospechosamente muchos alejan de la Doctrina Social de la Iglesia para incluirla en un hipotético “mundo personal, individual y subjetivo”, para justificar lo injustificable. El derecho a la vida, el matrimonio, parece más cómodo dejarlos “al criterio de cada uno”, en consonancia con el relativismo imperante.

En una conversación del Papa con el embajador de Colombia ante la Santa Sede, hace poco tiempo, Benedicto XVI fue muy claro y le pidió dos cosas: defender la vida desde la concepción hasta la muerte, e insistir en que la familia la componen padre, madre e hijos. Muy sencillo de entender, pero cuando el propio Papa pide que se cuide especialmente eso es porque está más que amenazada la familia.

El juego combinado de la ignorancia y los complejos explica muchas dejaciones de los católicos, con frecuencia en actitud de repliegue en vez de protagonistas. Empezar por conocer mejor el Catecismo de la Iglesia es un primer paso, para asimilar y poder argumentar con razones en una cultura que pretende quitar a la moral católica todo lo que suene a “razonable”, para relegarla a un mundo sólo de fe, que apenas conectaría con la vida real.

 
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