Bruselas pone a Mercadona como ejemplo

            La Unión Europea acaba de poner como ejemplo a Mercadona, la cadena de supermercados que preside el valenciano Juan Roig. No estamos acostumbrados los españoles a que desde Bruselas se ponga como ejemplo a España, a empresas españolas o a instituciones financieras españolas, sencillamente porque nos merecemos bastantes “tirones de orejas” por nuestra situación  económica y laboral.

            Ni estamos acostumbrados a que Bruselas nos dedique “piropos” ni en España estamos acostumbrados a que se reconozcan méritos de personas o instituciones de la Comunidad Valenciana.

 No en vano, la Comunidad Valenciana ha visto cómo se destruía su entramado financiero – Bancaja, Banco de Valencia y la CAM-; cómo ha alcanzado niveles de endeudamiento alarmantes;  y cómo han proliferado los casos de corrupción entre los políticos, con la red Gürtel salpicando a demasiados cargos.  La gestión de Canal 9 ha sido nefasta, y su cierre es el resultado final de un cúmulo de errores: “entre todos hemos matado Canal 9”, reconocen en privado muchos altos cargos y periodistas valencianos.

Alberto Fabra, presidente de la Generalitat Valenciana, está trabajando  para no se hunda el barco: los electores darán su veredicto en breve.

Además, todo ello salpicado por escándalos económicos como  Terra Mítica – ahora en el banquillo judicial varios de sus máximos responsables-, por inversiones económicas mal programadas como el aeropuerto de Castellón – cuya viabilidad parece real, pero no es de recibo inaugurar un aeropuerto en 2011 y que todavía no haya recibido ni un solo avión-,  o  mal gestionadas – como la Ciudad de la Luz en Alicante o la Ciudad de las Artes y de las Ciencias en Valencia-, en una lista que no deseo hacer exhaustiva.

El Valencia C.F. es otro botón de muestra, muestra de un error craso: la Generalitat Valenciana nunca debió avalar al club, ni tampoco a otros clubes  de la Comunidad Valenciana. Ahora, la hinchada “ché” anda indignada y atónita ante el proceso de venta del club, en el que Bankia tiene la sartén por el mango, puesto que los créditos y los avales no son nunca proclamas políticas ni proyectos megalómanos.

En medio de la borrachera descabezada que hubo en la Comunidad Valenciana durante unos años – y no sirve de excusa que también lo haya habido en otras comunidades autónomas, en mayor o menor medida-, perviven empresarios que hacen honor al carácter emprendedor y trabajador que ha caracterizado a las tierras valencianas, y que deben ser el pilar de una auténtica regeneración económica, social y política de la Comunidad Valenciana. Existen esos empresarios valencianos, y no sólo Juan Roig, pero él se merece el nº 1.

Juan Roig está en la mente de todos. Con crisis económica y sin ella, ha hecho de Mercadona una cadena que Bruselas, sencillamente, califica como ejemplar. Ejemplar por su gestión de recursos humanos, pues cada año crea más puestos de trabajo, y a ello se ha comprometido en el convenio colectivo que acaba de aprobar con los sindicatos, además de incrementar los salarios.

El lector de estas líneas ha leído bien: una empresa de 70.000 trabajadores fijos que, ahora, se compromete a crear más puestos de trabajo e incrementar salarios. ¿Cuántas empresas existen en España que se comprometan a ello?

 

He seguido de cerca el desarrollo de Mercadona, conozco a Juan Roig, y compro en Mercadona. Se comprueba que, de verdad, “el cliente es el jefe”, hay una continua innovación contando con los clientes, se valora de verdad la dimensión humana y familiar de los trabajadores, y se hace realidad que la inversión en las personas redunda en mayores beneficios económicos. Un detalle del convenio aprobado: por maternidad, se concede un mes más del previsto legalmente.

Juan Roig es el principal asesor económico del presidente Alberto Fabra. Si Francisco Camps hubiera hecho caso a Juan Roig, la Comunidad Valenciana tendría ahora otra situación y otra imagen.

De todas formas, con más empresarios como Roig – sin “locuras” ni megalomanías – es como se sale de la crisis, pues el empleo sobre todo lo crea la sociedad civil, no los políticos, y la sociedad civil debe ser tan fuerte que no permita locuras de los políticos ni se aproveche del electoralismo de los políticos ni de su afán por controlar todo. Sólo una sociedad civil fuerte evitará locuras futuras de los políticos, sean del partido que sean.

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