Fabra nombra su Consell

El presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, ya tiene su Consell desde el pasado viernes. Desde julio de 2011 - en que fue elegido por Francisco Camps para sustituirle- , se ha encontrado con muchos toros que lidiar, dentro y fuera del PP de la Comunidad Valenciana. Muchos ojos miran a Fabra y la Comunidad Valenciana.

Desde julio de 2011, muchas voces pedían a Fabra que nombrara un Consell propio, a su medida, con un proyecto nuevo, sin ser un heredero sin más de Camps. Hizo algún retoque, pero no cedió a planteamientos rupturistas, que hubieran alterado –y no poco- las aguas del PP valenciano. Alfonso Rus, presidente del PP provincial de Valencia y presidente de la Diputación, estaba molesto porque Camps no le consultara la designación de Alberto Fabra. Rita Barberá no mostraba entusiasmo ante la llegada del alcalde de Castellón a presidir el Gobierno valenciano.

Fabra optó por una transición tranquila, pues tenía que ganarse la autoridad dentro del partido, en el Consell y ante la sociedad valenciana: sin prisa pero sin pausa, empezó a dar pasos. La falta de sintonía o de aceptación real por parte de líderes del PP de Valencia la va puliendo, con esfuerzo, y porque todos ven en la unidad del PP una garantía de eficacia y ante las urnas. Fabra tiene una "tenaza" asegurada, que son las provincias de Castellón –Javier Moliner, presidente del PP de la provincia de Castellón y de la Diputación, es gran amigo e incondicional aliado- y Alicante, para que los aspavientos que salten en Valencia se queden en falta de sintonía personal, sin más consecuencias.

Alberto Fabra ha reducido el Consell de 10 a 8 Consellerias, y entre ellas una nueva –la de Bienestar Social- para atender las crecientes necesidades sociales como resultado de la crisis económica. Sólo siguen tres consellers de los que Camps había nombrado: José Císcar, alicantino y promovido por Fabra a vicepresidente hace ya un tiempo, presidente del PP en la provincia de Alicante; Serafín Castellano, valenciano, incombustible, experimentado conseller y actual secretario general del PP en la Comunidad Valenciana; e Isabel Bonig, exalcaldesa de Vall d´Uxó (Castellón), con empuje y valía reconocidas, secretaria general del PP provincial de Castellón. Salta a la vista: los 3 que siguen son cada uno de una provincia y peso pesado dentro del PP.

Los nuevos consellers son más bien de perfil técnico, pues el perfil político lo aportan los que siguen. Puede ser un buen equipo, al que Fabra ya ha dicho que no tiene "cien días de gracia porque los valencianos no pueden esperar". Un Consell totalmente a su medida para salir de la crisis en 2013, con cuatro coordenadas: reformas, cumplir los calendarios de pago, crear empleo y reducir el déficit. Si lo consigue o no, los valencianos votarán en 2015. Tiene a su favor que un posible tripartido en la Comunidad Valenciana, hoy por hoy, asusta a la mayoría, pero también se palpa un descontento entre los votantes del PP que puede llevarles a la abstención. Fabra lo sabe y tiene que darse prisa. No vale apelar ni a la herencia de ZP ni a la de Camps. Ha afrontado con decisión el déficit, los recortes y la corrupción, para atajar el deterioro económico de la Comunidad Valenciana y la confianza, viendo hundirse la CAM y Bancaixa, por ejemplo. Ahora ha de construir a marchas forzadas.

 
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