Nadal acierta tarde

Todavía más después de escuchar el “fundamento” en que se basa la exministra, que son las “habladurías”.

Es de una ligereza e imprudencia que no se puede ni debe dejar pasar, porque semejante acusación por parte de alguien ha de basarse en pruebas, no alegando que “todo el mundo lo dice”. Nadal ha negado el dopaje, y todo el mundo deportivo apoya a Nadal, como deportista ejemplar.

Pero no debe quedar en un intercambio de golpes, ataque-defensa, sino que por el bien de Nadal y por el bien de todo deportista, y hasta de cualquier persona, hace bien en ir a los tribunales. Es más: debía haber ido Nadal a los tribunales hace tiempo, cuando ya hubo afirmaciones o dudas explícitas sobre su supuesto dopaje, pero más vale tarde que nunca.

El hecho de que ciertos sectores franceses manifiesten animadversión y rechazo ante los éxitos deportivos españoles es evidente, pero no debe quedarse en ese ambiente real, pues las alegrías o las bilis tienen su terreno hasta legítimo y respetable en el terreno deportivo o en cualquier tarea, pero los atentados a la honradez profesional tienen que tener un marco jurídico de protección, de modo que no salgan gratis acusaciones tan ligeras como la de Bachelot.

Parece claro que en ese “todo el mundo lo dice” engloba el enfado y disgusto de algunos franceses que no han visto con agrado cómo Nadal ganaba los Roland Garros, cómo era el número 1, y cómo pelea por estar en la cumbre tenística, vuelva a ser o no el número 1. Sus logros, la admiración de millones de personas hacia el tenista y hacia su persona, no deben quedar empañados por la grave imprudencia de la exministra.

La tirria de algunos sectores franceses por los éxitos deportivos españoles, en el fútbol, baloncesto – acordémonos de los pitidos a Pau Gasol, tan recientes - o balonmano, a costa en ocasiones de la selección francesa. También conozco franceses que valoran y admiran los éxitos deportivos españoles: de todo hay.

La reacción de Nadal es la lógica, y también ha de servir para cualquier ámbito profesional. No debe confundirse la libertad de expresión con la falta de respeto, ni tampoco la siembra de la duda, porque el daño puede ser considerable a personas o instituciones. Tampoco el sensacionalismo ni la probabilidad deben ser la excusa para acusar.

Dice muy poco de una persona que tire la piedra en nombre de bulos. Cada uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Bachelot debía haberse callado, pero ahora ni siquiera su petición de perdón le exculparía ante la opinión pública, ni en los tribunales: Nadal acierta y así presta un servicio más al deporte y a la sociedad.

 
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