El PP debe comunicar mejor

Comunicar mejor o peor depende, en gran medida, de si lo que se comunica son buenas noticias o no, así de sencillo. El Gobierno de Mariano Rajoy ha de sacar con urgencia a España del agujero económico y laboral, tras una desastrosa gestión del Gobierno de ZP, en medio de un paro angustioso y con noticias económicas casi diarias que generan inquietud. Pero precisamente por eso, porque le toca gobernar en una situación de crisis gravísima, ha de cuidar mejor la comunicación, no sólo la gestión.

En un país como el nuestro, en el que somos tan amigos de las simplificaciones políticas, se puede percibir que la mayoría de los españoles opina que el PP gestiona mejor que el PSOE, y que el PSOE comunica mejor que el PP. Dicho de otro modo: uno se lleva la palma de la eficacia y el rigor, y el otro el de la imagen y cercanía a las peticiones ciudadanas.

¿Gestiona mejor la comunicación el PSOE? Lo que sí hace es otorgarle prioridad, porque lo que no se entiende por los ciudadanos no es viable o se tornará en contra de quien gobierne cuando haya próximas elecciones. El PSOE le da mucha más importancia que el PP a la comunicación. Puede que haya una inercia en esa actitud del PP, tras la conocida actitud de Aznar ante los medios de comunicación, de restarles importancia, y llegando a afirmar que no dependía de los medios de comunicación porque había ganado con mayoría absoluta –año 2004- teniendo en contra a la mayoría y sin haberles “cortejado”, podríamos decir. Sea por convicciones o por carácter, Aznar no cultivó la empatía, la comunicación.

El PSOE apela a los resortes emocionales mucho más y mejor que el PP. En los hombres conviven razones y emociones, cabeza y corazón. Probablemente decide más el corazón que la cabeza. El PSOE busca con frecuencia las imágenes, los fantasmas, los recuerdos, los temores del electorado –basta recordar cómo Felipe González, a dos días de las elecciones andaluzas, alertó sobre la posible llegada al poder en Andalucía de la “derecha cavernícola”-, mezclando el pasado con el presente, pero agita las emociones.

Mucho se ha estudiado sobre la comunicación en tiempos de crisis, pero ahora al PP le toca comunicar tanto y mejor que gobernar bien. Y algunos hechos ponen al descubierto que, o bien en el PP siguen sin dar la importancia debida a la comunicación, o bien deben mejorar –estratega y tácticamente, como diría un militar- en la práctica la comunicación. Lograr lo se decía de un amigo mío, que cuando pedía algún favor parecía que daba algo. Las formas importan mucho, el envoltorio puede generar rechazo o aceptación en una sociedad enferma como la española, con el mayor paro de Europa y uno de cada dos jóvenes en paro: no es un catarro, es una epidemia gravísima.

Para que en el PP haya una referencia positiva, hay que analizar lo bien que ha comunicado el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, la postura del Gobierno ante el aborto. Ha dado la vuelta a falsos argumentos feministas que pretenden instaurar un “derecho” al aborto, hablando en clave positiva de maternidad y feminismo auténtico.

En el lado de la perplejidad y el desconcierto de la comunicación por parte del PP, hay que situar el hecho de que TVE siga en manos de quienes el PSOE decidió en su momento. Hay profesionales excelentes, y otros que anteponen su ideología personal o la del Gobierno de turno a la coherencia profesional. Han pasado 5 meses y TVE sigue igual, con informaciones sorprendentes porque siguen cultivando las “emociones” que interesan al PSOE. Y como último botón de muestra hay que mencionar que TVE haya contratado a Julia Otero: tiene excepcionales cualidades, pero su posicionamiento ideológico es el que ya conocemos, y no lo ha supeditado con frecuencia a su profesionalidad.

Otro botón de muestra: las elecciones andaluzas. El PP debería haber lanzado un mensaje de que Andalucía se merece otro gobierno, que los andaluces jóvenes tienen que volver a emigrar en masa 50 años después por la gestión socialista, que el PP demostró a España el buen gobierno económico y laboral hace años, que no se puede ignorar a Canal Sur y rechazar ahí un debate electoral, que el PP puede gobernar – no “va a gobernar”, como se decía- con la confianza ciudadana y no como hecho irreversible, y así un largo etcétera. Que todas las encuestas vaticinaran mayoría absoluta no justifican una comunicación algo “sobrada” o de cierta prepotencia. Algo de todo esto influyó en el voto, o así opinan amigos y colegas andaluces.

Otro botón de muestra: los presupuestos del Estado para 2012. Tengo mis dudas de que haya sido un acierto darlos a conocer el 30 de marzo. Ese retraso ha generado inquietud en los andaluces y zozobra en los mercados. Ha permitido que el PSOE asustara a los españoles con reformas en el desempleo. Pero incluso una vez presentados los presupuestos, en vez de subrayar que la mitad se dedica a pensiones y desempleo –prácticamente iguala la cantidad que el año anterior-, se insiste en la dureza, los recortes necesarios, que es algo que con dos dedos de frente cualquiera ya espera, sabe y acepta, mejor si se le “explica” bien, si se comunica bien: o incluso, tal vez, se podría haber igualado o levemente incrementado, para lucir con justicia la etiqueta de presupuestos más sociales que nunca. Y esto era posible.

 

¿El salario y otro tipo de remuneración –dietas, kilometraje y otros complementos - de diputados autonómicos –son “solamente” 1.250 diputados - y nacionales, asesores, altos cargos políticos, es una cuestión de imagen o hay que empezar por recortar ahí? En la calle se percibe que no se ha empezado por recortar ahí. La indignación aumenta cuando se sube el IRPF o se bajan los sueldos, y no se tienen noticias en las conversaciones de café de una reducción previa y mayor en los políticos, porque son sueldos que suelen superar lo que perciben trabajadores cualificados y competentes, con experiencia y titulación. O de lo contrario podemos escuchar a algún estudiante que, de mayor, quiere ser político.

Se da por hecho que el ciclo político del PP en el Gobierno será de 8 años, como mínimo. También se daba por descontado que el PP ganaría por mayoría absoluta en Andalucía. O el PP asume la importancia, práctica y muchas veces decisiva, de la comunicación, sin fiarlo todo a un buen gobierno, o puede llevarse muchos más disgustos de los que se ha llevado hasta ahora, y antes de lo que los hipotéticos “ciclos políticos” parecen dictar. Y por supuesto también puede suceder en comunidades autónomas ahora gobernadas por el PP con mayoría absoluta.

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