Parados mayores

La calidad de una familia y de una sociedad se demuestra, sobre todo, en cómo trata a los mayores. Es más que sencilla la razón: quienes han gastado buena parte de su vida en la familia y en la sociedad tienen más derecho a un reconocimiento afectivo y efectivo. Es una época de la vida en que disminuyen el vigor físico, la capacidad de aprendizaje y cuanto afecta a la agilidad intelectual; por el contrario, aumentan la responsabilidad y la madurez que otorga la experiencia, que no es nada desdeñable.

Como a la mayoría, me parece que el Gobierno ha acertado en las medidas aprobadas para facilitar el empleo de los jóvenes, más de la mitad en paro actualmente. Aunque los recursos económicos son escasos, si se tienen en cuenta las prioridades sociales, se pueden encontrar soluciones que mejoren la situación de los parados mayores. Hay diversas medidas, pero la sociedad espera más.

En España hay un millón de parados mayores de 50 años, de los que 500.000 son mayores de 55 años. Muchos de ellos están manteniendo a familiares en paro, en edad escolar o ancianos. No hay duda de que la mejor solución en épocas de crisis es la familia, y tal vez la que menos se ve. ¡Cómo van a emigrar a otros países esos parados mayores, si aquí tienen esas responsabilidades!

No deseo destacar solamente el problema, sino aportar alguna solución. Por ejemplo, su inserción real en las nuevas tecnologías. Como me decía un amigo, existe una fosa que separa ahora a los hombres entre "pretecnológicos" y "digitales". La brecha es real. Los parados mayores no llegarán a tener los conocimientos tecnológicos de un veinteañero, y por eso hay que invertir más en facilitárselos. Es toda una cultura y un modo de trabajar que deben aprender y cultivar, sabiendo que tienen desventaja.

Resultan insuficientes los cursos que se hacen por diversos organismos para enseñar el uso de internet y las nuevas tecnologías. Debería hacerse un plan mucho más ambicioso para hacerlo con urgencia: municipios, comunidades autónomas, Estado, asociaciones, INEM, con amplios cursos gratuitos (o casi) para parados mayores, a veces con su ordenador portátil, enseñarles sin humillarles –que no se sientan analfabetos- y que puedan resolver dudas. ¡No se aprende en 6 horas, sino en meses, y con continuidad! Formarles de verdad tecnológicamente es urgente.

Otra evidente línea de avance es compatibilizar el subsidio de desempleo con un trabajo. Buscar fórmulas de modo que el Estado aporte una cantidad mensual (que podría ser inferior a la que ahora destina como subsidio de desempleo), bonifique la cotización a la Seguridad Social, y la empresa –a veces creada por algunos parados mayores, ¿por qué no?- pague una cantidad adicional asumible. ¡Hay muchas tareas para las que requiere personal, pero se invoca que no hay dinero! Servicios sociales, coordinación de trabajos, vigilancia, docencia, y un larguísimo etcétera.

Y una tercera línea de mejora para cualificar a los parados mayores es, en mi opinión, que puedan aprender algún idioma – el inglés es casi imprescindible- para complementar el trabajo vinculado a las nuevas tecnologías, y porque casi todo trabajo acaba requiriendo un nivel profesional o comercial aceptable en otro idioma. Desde luego, para el turismo, que tanto supone en nuestro PIB. Pero si no se facilita el aprendizaje de idiomas a los parados mayores, sabiendo que no pueden matricularse en costosos másters, es un canto a la utopía.

Los mayores de 50 años no son abuelos, requieren una formación realista y a fondo, y una atención por parte de la sociedad mucho mayor. No son ni hay que tratarlos como jubilados prematuros. Pueden, quieren y deben aportar mucho con su trabajo, precisamente en una época en que se ha alargado la esperanza de vida y la propia calidad de vida.

El trabajo es un derecho, no un regalo caprichoso de los mercados. La situación de muchos parados mayores se parece más a una salvaje guillotina laboral, acompañada de una resignación generalizada que agosta posibles soluciones. El subsidios de desempleo para los parados mayores no es la panacea, y para algunos gobernantes parece que casi es la única solución. Los parados mayores quieren y deben trabajar, por su bien y el de todos. Sentirse aparcado a los 50 años es una crueldad, que entre todos hemos de arreglar.

 
Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato