Reforma Local a la vista

Según parece, se va a aprobar que el 75% de los 65.578 concejales que tenemos en los 8.117 ayuntamientos de España no tengan sueldo, y se limitará el número de concejales que puedan tener sueldo en función del número de habitantes. Por otro lado, el interventor volverá a pertenecer a un Cuerpo Nacional, no Autonómico. Suena bien, pero habrá que esperar unos días a conocer la reforma que se aprueba.

Hay concejales que se ganan merecidamente lo que cobran, y otros que no. Bien puede decirse de cualquier trabajo o tarea, pero hay que ser más exigente con los que pagamos entre todos. Se ha ido engordando la remuneración de los concejales y alcaldes, y hay que poner los medios para que la política no sea una "mamandurria", reciente expresión de Esperanza Aguirre, defendiendo sus decisiones profesionales y abogando para que no haya políticos profesionales, sino políticos con trabajo conocido que, durante un tiempo no excesivo, se dedican a la política.

Ser concejal y ejercer responsablemente puede ser un gran servicio ciudadano, o bien una tarea repleta de asistencia a actos, reuniones interminables sin agenda y sin concreción, y disputas infantiles por salir en una foto o mirar con recelo a concejales que destacan por su profesionalidad. No descubro la pólvora, está en boca de cualquier ciudadano que observa la tarea de sus concejales, e insisto en lo de "sus concejales", porque –se les vote o no- se les paga con nuestros impuestos.

Me viene a la cabeza el recuerdo de mi padre, que fue teniente alcalde unos años en Calamocha (Teruel). La villa contaba, en aquellos años, con unos 3.000 habitantes, es decir, un municipio pequeño, pero no tan pequeño, pues requería prestar atención a frecuentes servicios. No cobraba, y de su tiempo fuera de horario laboral sacaba horas para las tareas municipales, con bastante ilusión y abnegación. No hacía falta preguntarle el motivo de su dedicación: contribuir a mejorar el municipio. No hacía falta que nadie le recordara que la política es un servicio, o debe serlo. A veces acudían vecinos a mi casa, hasta en la sobremesa, y le planteaban dudas o peticiones, que con paciencia orientaba ¡también porque algunos asuntos no eran precisamente de sobremesa! No había que insistirle a mi padre en que debía ejercer su tarea con proximidad y cercanía con los vecinos y sus dificultades: era uno más, y sólo durante unos años con cierto peso político, entre otras cosas porque hasta le costaba dinero de su bolsillo, o al menos era la impresión familiar. Era otra época, pero tal vez había un espíritu latente que puede servir ahora y en el futuro.

A partir de ahora, los concejales que cobren serán muchos menos, y entre todos tendríamos que lograr la optimización de esos sueldos, que abarca desde la decisión de quién cobra, cuánto y qué control efectivo se va a hacer de su tarea. Simplemente, exigir seriedad, rigor, profesionalidad. Quien decida a qué concejales se retribuirá debería hacerlo con total transparencia, como en cualquier concurso de méritos –es decir, con un currículum accesible a los ciudadanos-, y especificando sus funciones concretas. Y por supuesto que "fiche" en el ayuntamiento o se tenga certeza de su dedicación, porque con frecuencia debe pisar la calle. Quien trabaja no teme el control.

Abundan en exceso en los ayuntamientos familiares del alcalde o concejales, y desde luego no en calidad de "voluntarios". No hay que excluir radicalmente a los familiares de un cargo público, porque sería una discriminación injusta, pero sí igualdad de condiciones para el puesto que otros vecinos y que el trabajo lo desempeñe igual o mejor que otros vecinos. Para eso existen las comisiones de contratación y evaluación periódica, reales –no formales o amañadas-, o deberían existir.

Hace poco me decía un colega: "No conozco a ningún familiar próximo de un cargo político relevante que esté en el paro". Exageraba, porque de hecho él y yo conocemos unos cuantos, pero no le falta una buena dosis de razón. Y por no abundar en la retahíla de "asesores" o "puestos de confianza": con ironía, alguien dijo hace años que "¡quién mejor que un familiar para tenerle al lado en un puesto de confianza!".

Cuanto contribuya a reconocer el trabajo abnegado de los concejales nos interesa. Que no imperen las prebendas, favores o fobias, también en los ayuntamientos. Y que los alcaldes no se rodeen de mediocres que les rían todas las gracias, mediocres a quien manejar y utilizar: que tengan la grandeza de elegir personas con valía, con peso específico, con capacidad de iniciativa y de trabajo en equipo, aunque incluso "brillen" más que el propio alcalde. Esto suena ya a pedir demasiado, pero lo dejo escrito. Conozco algún alcalde que sí actúa con estos parámetros. Sirvan estas líneas de aliento a alcaldes y concejales que son ejemplares, y a veces sienten la tentación de abandonar la política... porque ven lo que ven: ¡necesitamos este tipo de personas!

 
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