Rubalcaba en la picota

El modismo "estar en la picota" hace referencia a cuando alguien está o se pone en evidencia. La "picota" era una columna de piedra que había en la entrada de algunos lugares de los pueblos, y en ella se ataba y exponía a los reos a la vergüenza pública, incluso mostrando a veces las cabezas de los recién ejecutados.

Rubalcaba cometió un grave error el 3 de febrero. Le perdió su propia inestabilidad como líder del PSOE, su declive político, que se niega a aceptar. Su precipitación al pedir la dimisión de Rajoy nada más destaparse el "caso Bárcenas" desconcertó a muchos, dentro y fuera de su partido.

La vieja explicación de algunas guerras en la Historia puede servir para entender lo que ha sucedido. Y es que, por asombroso que parezca, no pocas guerras han empezado en la Historia para esconder los problemas internos de un país, de un gobernante. Así han empezado muchas locuras, con muchas víctimas: golpear a otros para no asumir deficiencias y problemas personales, distrayendo el foco de atención.

No sólo es que Tomás Gómez pidiera la dimisión de Rubalcaba y un nuevo congreso el pasado 15 de diciembre, delante de todos los barones socialistas en un Consejo Territorial. Ahora ha sido Felipe González, el eterno guardián del PSOE, quien ha puesto en su sitio a Rubalcaba, criticándole por su política de "acoso y derribo" contra Rajoy, y pidiéndole una política de nivel, a la altura requerida por los tiempos actuales, que necesita que Rubalcaba apoye a Rajoy a cortar radicalmente –pronto, a fondo- la corrupción y la crispación. Y por útlimo, el ahora todopoderoso -por haber conservado el feudo andaluz - Griñán, también se ha sumado a Gónzález.

En vez de alentar altercados callejeros con sus palabras y su actitud, Rubalcaba debe darse cuenta de que concentrar todas las iras ciudadanas contra Rajoy y el PP es un error de bulto, no pequeño. Los ciudadanos quieren acabar con la corrupción en todos los partidos, con rigor, tanto si hay sobres con dinero negro como si el tripartido catalán hace espionaje político.

La actitud de Rubalcaba puede engañar a algunos líderes socialistas, que se pueden creer que los ciudadanos están felices con la gestión del PSOE. La bisoñez o el autismo pudo llevar a López Aguilar y a la treintañera Beatriz Talegón a sumarse a una manifestación antideshaucios en Madrid, pero no tardaron en ser abucheados y tuvieron que marcharse algo más que trasquilados. Para lo poco que le queda a Rubalcaba al frente del PSOE, no sé si es mucho pedir que tenga más calidad política y contribuya a salvar la crisis económica, política e institucional. Menos amenazas y más trabajar.

 
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